Visto desde el centro de la pista, el escenario de la final impone. Y lleno de gente gritando puede ser "impresionante", afirman desde el equipo español. El comité organizador está tan orgulloso que hasta ha solicitado la inscripción del estadio de La Cartuja en el libro Guinness de los récords como la mayor pista de tenis cubierta en la historia de la Davis, con sus 26.600 espectadores.

El proyecto se comenzó a gestar en abril, pero hasta septiembre la federación española no conoció el boceto definitivo, valorado en 1,6 millones de euros.

Es entonces cuando comenzaron los primeros cambios sobre el proyecto definitivo. La Federación Internacional de Tenis (FIT) obligó a variar la orientación de la pista, a lo largo del estadio, para mejorar su visión, sobre todo a través de televisión. La empresa vasca Lanik ha sido la responsable de montar la cubierta, sobre la que se ha colocado la superficie impermeable. Para elevarla necesitaron varias grúas de 300 toneladas. Tras la final, la cubierta se destinará al centro de tecnificación deportiva Blas Infante, donde se quiere ubicar el primer un centro de alto rendimiento.

Tres graderíos supletorios, montados por Nussli, cierran el resto de la pista central. Entre el borde de la grada y la cubierta ha quedado un espacio de unos seis metros por donde se filtraría el agua de la lluvia. Por eso se habilitó una cubierta. Sin embargo, los cambios de luz que provocaba la medida, detectados por los propios jugadores españoles, ha llevado a tener que colocar además una sobrelona opaca que forzará a jugar con luz artificial.

Como al aire libre

La pista de tierra es obra de Andreu Puigserver. "Para que sea más lenta, los drenajes se han hecho con cerámicas de barro; así se mantiene más tiempo la humedad", explica este joven arquitecto mallorquín de 33 años.

Los españoles están encantados con la pista que, al no estar totalmente cerrada, permite jugar casi con las mismas ventajas que al aire libre: una desventaja más para el equipo de EEUU.