Levantarse de la lona y seguir luchando. No queda otra. Ceñirse los guantes de pelea y continuar dando golpes hasta la extenuación. O hasta que suene la campanilla definitiva. Al boxeador Huesca se la daba por derrotado hace nada, pero no estaba ni mucho menos noqueado. Se puso en pie con dos derechazos directos al mentón del Valladolid y el Girona, pero cuando se veía de nuevo ágil, con las piernas vivas y oxígeno en los pulmones, fue devuelto cruelmente a las cuerdas de la desesperanza. Sin embargo, no se le abrió la brecha de puntos que tiene entre ceja y ceja. A seis. No es a tres, pero por eso no vale lamentarse. Salir a Cornellá con la fiereza del que aún no ha hincado su rodilla en la arena, como un púgil valiente, sabedor que viene en desventaja, pero consciente de su potencia de pegada y de su espíritu combativo.

Al Huesca se le presenta esta noche (21.00, BeIN LaLiga) la oportunidad de resarcirse del paso atrás cometido esta misma semana, el lunes, ante el Athletic (0-1). La derrota escoció por la cercanía a la que se ponía la salvación de continuar la racha de las anteriores tres jornadas (siete puntos). Sin embargo, pensar en la ocasión perdida no servirá de nada para batir a un Espanyol que no está tan lejos, que mantiene dudas por la permanencia y que es batible si el equipo de Francisco recupera la senda de la rentabilidad goleadora y sigue efectivo en la parte defensiva.

Una semana atípica, corta, con únicamente tres días entre descanso, faena, presentación de Javi Varas como nuevo guardameta y viaje a Barcelona ayer por la tarde, no debe servir de excusa para volver a tomar el pulso a la competición. Analizar por qué se frenó la remontada en el Alcoraz ha sido el trabajo que Francisco y su cuerpo técnico han tenido en este breve periodo de preparación. Se espera la copia del sistema de cinco defensas, más en los partidos en los que conviene esperar y dar la envenenada presión de ganar al colista al rival. Estas dudas pueden hacer que el Espanyol se coma en sus propios nervios.

Hablemos de esos posibles cambios. Solo uno será forzado. La confirmación de la sanción a Jorge Miramón, el jugador más utilizado hasta la fecha y segundo mejor recuperador de la competición, elimina a una de las piezas claves del engranaje de Francisco. Su sustituto natural, aunque buena parte de la temporada ha tenido que acostarse en la banda izquierda, será el ilicitano Carlos Akapo, recuperado de la dolencia en la rodilla derecha.

La explosión de la segunda parte ante el Athletic puede tener una onda expansiva en el once. La posible entrada de Cucho Hernández o David Ferreiro, tras su fulgurante aparición en los últimos minutos ante los vascos, junto a Enric Gallego y la de Juanpi Añor, brillante en la creación, en el centro del campo son las otras posibles variantes en el once.

El Espanyol alcanza este duelo intentando reencontrarse con la mejor versión del curso, esa que atravesaba cuando ganó en su visita al Alcoraz (0-2). En la actualidad acumula una racha de tres jornadas sin conocer la derrota, tras dos empates fuera con el Villarreal (2-2) y el Valencia (0-0) y la victoria local ante el Rayo Vallecano (2-1). Precisamente la solidez en su campo es la que ha mantenido fuera del peligro al equipo que entrena Joan Francesc Ferrer Sicilia Rubi, el héroe del ascenso. Siete triunfos por cuatro derrotas son un balance extraordinario en casa que quiere quebrar el cuadro altoaragonés, que viene de puntuar en sus últimas dos salidas.

Borja Iglesias, autor de los dos tantos pericos en el Alcoraz y de diez de los 27 de su equipo en toda la temporada, sigue siendo el referente del ataque catalán. Será un bonito duelo de goleadores de Segunda entre Enric Gallego, que pasó por el filial españolista, y el Panda. Sin embargo, Rubi pierde a Javi López por sanción, además de Naldo, Sergio García y Piatti por lesión. La duda está en el lateral derecho, donde Roberto Rosales tiene algunas molestias que le impedirían ser parte del juego, del mismo modo pasa con Hernán Pérez. La gran novedad será el regreso de Didac Vilá. El Huesca volverá a estar acompañado de una copiosa hinchada, unos 600 oscenses que no reblan.