Lo de menos era la Supercopa, el resultado o la altura del rival de turno, lo imprescindible era deshacerse de la necesidad de ver al Zaragoza, volver a peregrinar a La Romareda, aguantar el atasco de siempre, rescatar del olvido la camiseta blanca, saludar al compañero de butaca y saber cómo le han ido las vacaciones. La gente tiene ganas, hambre de fútbol, de éxito. Y lo mejor de todo... creen en su equipo. Había poco más de media entrada, pero la sensación reinante era de que este equipo se despierta de su largo letargo. "Están verdes, pero me gusta. Estaremos entre los siete primeros", decía Felipe Batanero con 14 años. Cerca de él, Pedro Cros, un veterano abonado, compartía el mismo pálpito: "Es muy pronto para hablar, pero los veo mejor".

Era una congregación de fieles, expectantes, dispuestos a dar carpetazo al verano para involucrarse de nuevo a la maravillosa rutina del fútbol. "Soy abonado y vengo a todos los partidos. Este tampoco me lo podía perder. Vengo a todos. No me pierdo ninguno. No es que sea por la Supercopa, sino que me apetecía ver al Zaragoza", explicaba Felipe, mientras los cánticos rompían el silencio de tres meses de espera. "La Supercopa no es un trofeo atractivo porque al ser a doble partido no tienes la misma ansiedad que si fuera una final. Mi interés era ver al Zaragoza, que creo que va a hacer una buena temporada", reconocía Cristian Hernández.

El partido del año

Para Alberto Puertas era una cita especial, de esas que se marcan en el calendario con rotulador rojo. Es socio, pero no puede acudir a La Romareda con asiduidad ya que vive en Barcelona. "Estoy de vacaciones en el pueblo, en Navarra y no me podía perder este partido. Quizá es el único al que pueda venir en todo el año", reconocía Alberto Puertas, encantado con Zapater: "Me ha gustado el chaval".

La derrota dejó un sabor agridulce en el regreso, pero no borró la esperanza de que este año el Zaragoza escale hacia arriba. Eso es lo que el zaragocismo espera y en lo que deposita su fe. "Si hubiéramos ganado bien, pero eso es lo de menos. Queda un año por delante, la UEFA, la Liga, se pueden hacer cosas, quizá llegar a semifinales en Europa", soñaba Alberto. Esto no ha hecho más que empezar.