Cuando Rafael Nadal ganó su sexto Roland Garros, creo que escribí que se trataba de un superclase que era una mezcla de Thomas Muster y Bjorn Borg. Con el paso del tiempo ha superado con creces aquella definición y ya no cabe ninguna duda de que se trata de un auténtico rey de reyes del tenis mundial. No hay otra cosa igual, en serio. Si tenemos en cuenta las cualidades tenísticas, las piernas, la mentalidad y el aspecto psicológico, no existe ni ha existido otra cosa igual. Quizá Roger Federer tiene más técnica, quizá. Pero juntándolo todo, no ha habido otro tenista igual. Creo que volverá a acabar este año como número 1, y así seguiremos hasta que él decida lo contrario.

En los últimos tiempos se ha intentado comparar mucho a Novak Djokovic con Rafael Nadal, y sinceramente, creo que no hay color. No es justo comparar todavía a ambos jugadores. Hay que valorar y saber que el mallorquín acaba de ganar su noveno Roland Garros y que Nole jugaba para ganar el primero. La historia de los dos no tiene nada que ver. A los grandes tenistas de la historia siempre les quedaba algún torneo del Grand Slam por ganar, como le sucede ahora al serbio. Nadal, en cambio, los ha ganado todos a sus 28 años y ya lleva nueve Roland Garros. Ya podemos empezar a hablar del mejor tenista de la historia. Y lo más admirable es el hambre que todavía tiene y sus ganas de seguir sumando.

En cuanto al partido de ayer, a la final en sí, yo creo que no fue tan enérgico y vigoroso como habían sido otros enfrentamientos entre los dos jugadores, y creo también que Djokovic se ahogó en su propia táctica. Jugar punto por punto los dos primeros sets, siguiendo una estrategia preconcebida, destroza mucho mentalmente, y eso le supuso un desgaste brutal. Nole se cansó mucho mentalmente, se vio atrapado en su propia táctica, y cuando se vio abajo con 3-6, 7-5, 6-2 y 4-2, ya no tuvo fuerzas para intentar de verdad la remontada, quizá cansado por el desgaste realizado en el torneo, un poco mayor que el de Rafa Nadal.