Iba loco de un lado a otro de la pista. Brazos en alto, grito en el cielo. Reynolds acababa de encontrarse. En ese rebote entre una lluvia de palos (uno fue pitado), Reynolds vio su figura gigante reflejada en el suelo y corrió hacia el otro lado de la pista saboreando el dulce regocijo de una grada feliz, que ya no pitaba, le aplaudía, le coreaba como a un héroe. Por fin. El CAI ganaba, corría hacia un triunfo balsámico y en esa escena reprimida desde hace un mes, Antonio se alzó en la grandeza que se le presumía y que no encontraba. En ese instante se creyó el rey del mundo, el amo del universo.

El CAI recuperó ese estímulo y lo hizo a lo grande. En la grandeza de los más grandes. Reynolds (20 puntos) y Asier García (24 puntos y 11 rebotes) fundaron una dictadura en los dos aros y explotaron su dominio para guiar desde su atalaya a sus compañeros hacia el triunfo más buscado de la temporada. Y con ellos se unió, sobre todo en el último cuarto, un John Brown que pidió voluntariamente la suplencia para paliar el tembleque de las piernas, la ansiedad, y que bajó en minutos y subió en actitud y números (12 puntos y 5 rebotes en 16 minutos). Los tres se encargaron de que el Príncipe Felipe no fuera un circo y que los Gladiadores guardaran sus armas para otro día.

El tercer ´yankee´

Asier nació en Salamanca pero últimamente parece oriundo de Ohio o Massachussets. En La Palma encontró un colt cargado de rabia contenida y empezó a disparar con cólera. Otra ráfaga, 24 balas de gloria, alcanzó ayer al Menorca en plena sien. El tercer yankee crece y crece y a su espalda arrastra a un CAI que vuelve a sonreír. Asier ya no es el triplista de mira desorientada, ahora es un coloso en entrega, ímpetu, acierto y voluntad. La pide y se la juega (ayer se lanzó el 30% de los tiros del CAI) porque ya cree en él y Quintana también por eso lo puso de titular.

Por eso y porque ayer le cedieron el asiento entre los cinco elegidos muy gustosamente. El aficionado al CAI no debe asustarse si una noche de estas enciende la tele y encuentra entre Pozi y Carmen de Mairena a John Brown cantando una rumba. Surrealista, la verdad, pero el símil es de Quintana. "Me pidió ser suplente. Tenía ansiedad, estaba incómodo cuando salía de titular y escuchaba el murmullo de la gente. ¿Que si es normal? En este mundo hay cosas paranormales. ¿No veis Crónicas?, ¿al Cárdenas?. Tampoco es la primera vez que me ocurre. ¿Qué problema hay, si ha venido bien para el equipo?", explicó con ironía Quintana, que entregará, según él, la titularidad a Brown cuando se lo pida.

Fuera voluntario o no, la verdad es que el pívot de Florida adquirió una estampa más aguerrida y comprometida con el grupo y respondió con esfuerzo defensivo y canastas oportunas para amarrar la victoria en los últimos cinco minutos del encuentro, cuando sustituyó a Reynolds. Su petición llega tras ser criticado y ver encima de sí la espada de Damoclés, pero el atisbo de arrepentimiento es necesario para el CAI y alentado por sus compañeros. "Tenemos que valorar los últimos cinco minutos de Brown. A él le costaba más entrar y lo ha hecho a la perfección", dijo Asier en plan palmadita en la espalda.