Esperanza para los necesitados. Ilusión para los aficionados. Pero todo, todo, tuvo que ser gracias a las averías mecánicas que sufrieron los Mercedes. Nada hubiese sido tan maravilloso y vistoso como lo ocurrido ayer en el bello y difícil trazado de Montreal si el inglés Lewis Hamilton no hubiese sufrido problemas de frenos en su estrella plateada y si el motor, perfecto, inigualable hasta la fecha, del monoplaza de Nico Rosberg no se hubiese venido abajo en el último tercio del GP de Canadá, la séptima carrera que iba a concluir con un nuevo doblete de la pareja del team alemán.

Pero Hamilton se vio obligado a abandonar cuando estaba peleando, de nuevo, a brazo partido, casi chocando su coche con Rosberg (quién sabe si su abandono se debe a eso, a la libertad de poder pelearse con su compañero) y el líder del Mundial no tuvo más remedio que ceder su primera plaza, la misma que mantuvo a lo largo de 69 de las 70 vueltas que tenía la carrera, a un impresionante australiano de 24 años, de nombre Daniel Ricciardo, que venía anunciando su candidatura a la victoria. Ayer logró la primera de su carrera.

Ricciardo, que fue el primero del gran trenecito que se formó tras Rosberg al detectar todos el bajón de rendimiento del propulsor del Mercedes del alemán, superó al líder de la carrera en la apurada de frenada de la recta larga de Montreal y entró ganador en la meta mientras el brasileño Felipe Massa (Williams-Mercedes) se llevaba por delante al mexicano Checo Pérez (Force India-Mercedes), a tres curvas de la bandera a cuadros, provocando que el GP acabase con el coche de seguridad en pista pero, afortunadamente, sin heridos pese al aparatoso choque.

Ricciardo, que fue efusivamente felicitado en el podio por Rosberg (segundo y líder destacado del Mundial, pues le saca ya 22 puntos a su compañero Hamilton) y por Sebastian Vettel (tercero), lloró de felicidad en la vuelta de honor. El australiano dijo que se trataba "de un día alucinante, que jamás olvidaré, sobre todo después de ver tantas banderas australianas en las repletas tribunas de Montreal".

La carrera fue dominada a placer por Rosberg y Hamilton hasta que sufrieron los problemas inesperados. Tanto es así que todos, todos, estaban perdiendo un segundo por vuelta. Luego, cuando todo se les complicó a los Mercedes, se acercó un peligroso trenecito, integrado por un soberbio Pérez, un agresivo Ricciardo, un recuperado Vettel y un ambicioso Massa, que, al final, cometería un error de principiante que por poco le cuesta una lesión grave a él y a Checo.

Cuando todos creían que Massa, el que tenía mayor velocidad punta (337 kms/h.) iba a llegar hasta Rosberg, fue Ricciardo quien superó primero al mexicano de Force India y, a una vuelta del final, rebasó a Rosberg, que, a esas alturas de la carrera, ya se daba por satisfecho con haber sobrevivido a sus problemas mecánicos, distanciarse de Hamilton y subir al podio.

¿Fernando Alonso? ¿Kimi Raikkonen? ¿Ferrari? Otro desastre. El pilot español fue sexto; Iceman, décimo.