Hace nueve meses que se le esperaba y no llegaba. Que si me quedo en Madrid, que si me voy al Bilbao... La historia del CAI y de Roberto Núñez ha sido un quiero y no puedo desde el pasado diciembre, cuando el club lo tentó antes de fichar a Oscar González. El verano recuperó su romance y el Bilbao y la ACB cortaron el idilio y Galilea ocupó su hueco. Por eso al verle llegar ayer al Príncipe Felipe el nuevo base de Quintana se dejaba, por fin, atrapar por un destino que le empujaba hacia Zaragoza. "Me gustaría haber llegado antes", comentó ayer, en su presentación como jugador del CAI, en la que, como queriendo alargar el suspense, llegó 30 minutos tarde.

Núñez no lo ha pasado bien en Bilbao. Vidorreta le fichó y le sentó encadenado al banquillo. Este ostracismo le ha hecho bajar a la LEB e intercambiar viaje con Ciorciari. Su discurso a su desembarco en Zaragoza no se perdió en excentricidades y caminó por la línea de lo cotidiano. Ilusión, buen proyecto, ACB... palabras precisas y habituales en cualquier acto de bienvenida en el Príncipe Felipe. "Llegar a la LEB no es un paso atrás para mí. Es una categoría que conozco, difícil, en la que es más fácil bajar que subir", dijo el madrileño de 26 años y 1,90.

GRIPOSO La voz nasal de Núñez desvelaba un síndrome gripal que, según él, no va a ser impedimento para poder debutar el viernes ante el Murcia. Ante esta inauguración en rojo (llevará el número 15), él se niega a colgarse el adjetivo de revulsivo. "Vengo a ayudar a ganar, pero no soy un revulsivo. Aportaré mi experiencia, minutos de calidad y ser una pieza más en el equipo. Será fácil porque comparto posición con Galilea, un gran base y un gran amigo", dijo el jugador. Aunque su compromiso se cierra con la temporada, no cabe duda que su reto, como el de Zaragoza, es la ACB. "Hay plantilla para más, pero somos muchos jugadores nuevos. El equipo está unido y poco a poco irá mejor", declaró Núñez.