Media hora antes de que se abran las puertas ya hay gente en los aledaños de La Romareda. Hace calor, la temperatura ideal para sacar las camisetas del Zaragoza del armario y volver a lucirlas. Se ven algunos seises , camisetas conmemorativas del homenaje de hoy e, incluso, hay un valiente que se ha enroscado al cuello una bufanda que recuerda que el Zaragoza fue campeón de la Recopa. Los más pequeños sueñan con Milito o Villa, y necesitan la ayuda de los mayores para distinguir a los jugadores que van llegando. De pronto aparecen Aguado, Esnáider, Cedrún, Nayim, Higuera, Loreto, Juanmi, Darío Franco, Cáceres, Solana, Aragón, Oscar, Sanjuán, Lizarralde y Geli. Parece que el tiempo ha retrocedido hasta 1995 para que el zaragocismo pueda reencontrarse con la historia. Todos vuelven a recorrer el camino de los autógrafos, de las fotos, como si esta tarde se jugaran tres puntos.

Excepto algunas ausencias justificadas, como la de Belsué, de celebración familiar, o la de Poyet, ultimando su fichaje en Qatar, el equipo de la Recopa vuelve a vestirse de corto para un entrenamiento. Les dirige José Luis Arjol, bajo la mirada atenta de Víctor Fernández, sentado en la banda, sin la necesidad de romperse la cabeza pensando qué equipo sacará hoy. "Supongo que jugará la alineación de la Recopa, aunque habrá muchos cambios", dice el técnico. Podrá contar con todos excepto Esnáider, que apenas se ejercitó. Algunos problemas físicos le impidieron seguir el ritmo de sus compañeros y dedicó el tiempo a estirarse con Paul Knaap.

Lo primero fue el reencuentro, volver a verse en pantalón corto. Hay bromas sobre la barriga que les ha crecido a algunos, abrazos, una amistad y un compañerismo que han sobrevivido al paso de los años. Xavi Aguado lleva meses llamando a todos sus amigos --que son muchísimos--, invitándoles a su gran fiesta. Y todos se han desvivido por estar presentes. "Se lo merece. Ha sido un gran compañero y sigue siendo un gran amigo", dicen todos. No es de extrañar que se hable bien de un homenajeado, pero Aguado despierta una admiración y un respeto sinceros. El entrenamiento no es muy severo, sólo el primer contacto con el balón antes de que hoy se alce el telón de la memoria para rendir homenaje a quien más veces ha vestido la camiseta del Zaragoza y que termina con una ovación. Preludio del reencuentro para la eternidad entre el Gran Capitán y la historia.