Aparentemente, solo aparentemente, se acabaron los esprints en el Tour 2019. El último vencedor, ayer en Toulouse, fue Caleb Ewan, Australia al poder. Ahora empiezan las montañas. Es la hora de los Pirineos con tres etapas y una contrarreloj en Pau que deben desatascar la general de la prueba que solo se ha roto por algún despiste y caída tras 11 días de competición y la mitad de la prueba superada.

Responder a estas alturas a la cuestión de quién ganará en París esconde un riesgo consumado. Desgraciadamente, solo Mikel Landa por culpa del accidente que tuvo el lunes cuando fue derribado por Warren Barguil, tiene la necesidad imperiosa de jugárselo el todo por el todo. El resto de figuras todavía pueden nadar, esconder la ropa y tomárselo con cierta cautela. Y así debe ser al menos hoy en la más suave de las tres jornadas programadas en los Pirineos, el único día sin final en alto y con 30 kilómetros de descenso hasta la meta con fuga anunciada y con el guion indicando también un ataque de Landa después de superar los dos días de luto que necesitaba tras caer en desgracia camino de Albi. «Lo que necesito son dos días de luto y que me dejen en paz», dijo en la jornada de descanso.

Sin embargo, hay dos apuntes hasta el domingo que pueden empezar a dar otro colorido a este Tour. De un lado, una contrarreloj que esconde una pequeña cota a mitad de recorrido y de otro, sobre todo, la tremenda subida al siempre admirado Tourmalet, la montaña de los Pirineos que más leyenda reúne. Y en la crono resalta un nombre por encima del resto, el de Geraint Thomas.