No es el responsable único de que el entramado defensivo del Real Zaragoza se haya venido abajo, porque esa tarea en un deporte colectivo no es cosa de uno sino de todos, pero muchos de los goles que en las últimas jornadas ha recibido el equipo están directamente relacionados con errores suyos, bien de posicionamiento, bien de concentración, bien de exceso de ímpetu y falta de medida. En ausencia de Mario, que ha faltado dos partidos por lesión (dos derrotas), Rubén debería haber cogido el bastón de mando que habitualmente lleva su compañero: por edad y por kilómetros recorridos. No solo no lo hizo sino todo lo contrario. La consecuencia la hemos visto claramente: la defensa se ha derrumbado de forma estrepitosa.

Mario, el jefe, regresa esta tarde contra el Betis para poner orden. Y más vale que así sea porque en caso de que el desbarajuste permanezca, el problema empezaría a tener un alcance mayor. A su lado seguirá Rubén a pesar de su desastroso partido en Gijón. Ha sido cuando ha formado pareja con Abrante cuando el central gallego mejor ha rendido, salvo alguna tarde puntual como aquella frente al Racing. Eso mismo le ha ocurrido también a Vallejo.

Rubén tiene casi 33 años y en el fútbol ha vivido situaciones como esta y peores. Hoy tendrá muchas miradas fijas en él, preparadas para levantar o bajar el pulgar. Su rendimiento está bajo sospecha y ese recelo solo se elimina con buenos partidos. Carácter tiene para sobreponerse. Veremos si juego.