Los mismos errores, los mismos problemas, la misma derrota. Cuatro acumula ya el CAI en seis jornadas en el peor inicio de su corta historia. La de ayer tuvo un momento para la fe, para el milagro, en los últimos dos minutos. Sin Lescano ni Cilla, con cinco personales, con una técnica a pscar Quintana, los aragoneses estaban a una distancia que oscilaba entre los doce y los dieciséis puntos hasta que, de pronto, el equipo se despertó y, con un parcial de 0-9, se metió de nuevo en el partido.

Fue un espejismo, porque es imposible recuperar en dos minutos lo que se ha perdido en 38 de candidez defensiva y poca agresividad en ataque, pero, al menos, el CAI dejó el consuelo de un final con algo de emoción. Fue lo más destacable de un encuentro que evidenció las carencias de un equipo, el aragonés, al que le falta gente en el banquillo, gente a la que el entrenador esté dispuesto a dar minutos, ahora sólo tiene ocho jugadores, y un mayor y mejor trabajo en defensa.

VENTAJA DEL CAI El cuadro aragonés aguantó el tipo los primeros 15 minutos de encuentro gracias a destellos aislados de Brown, Lescano o Ciorciari que le bastaron para sobrevivir pese a las lagunas defensivas que dejaban el perímetro siempre libre para que los locales pudieran encestar a gusto desde cualquier posición. No sólo sobrevivió, sino que logró una ventaja de cinco puntos al comienzo del segundo cuarto. Ahí se acabó el CAI. Hasta el descanso encajó un parcial de 22-7 que cayó como una losa sobre los rojillos.

El tercer cuarto debería borrarse de la memoria caísta, porque recordarlo, aunque sólo sea de pasada, produce sonrojo. El juego del Plasencia no va a revolucionar el mundo de la canasta ni creará estilo, pero durante más de diez minutos hubo cinco jugadores de rojo sobre la pista sin ninguna idea sobre cómo parar al rival. Para colmo, dejó de hacer bien lo poco que había hecho bien y apenas logró anotar.

El último cuarto parecía evitable porque el resultado era claro a favor del Plasencia pero el CAI se metió en el partido en la última acometida de un luchador herido de muerte antes de caer definitivamente. Perdía de cinco, a falta de 1.20, y tenía la posesión Diego Ciorciari, que acostumbra a liderar intentos solitarios de derribar al rival, y falló la bandeja. En la siguiente jugada, el CAI estaba a seis puntos y Urtasun no tuvo si quiera opción de ver qué podía hacer porque la perdió según cruzaba el centro del campo. La tercera oportunidad se presentó en los últimos segundos, otra vez a cinco del Plasencia, pero Asier García se quedó cortísimo en el enésimo triple fallido de la noche. Imposible.