Después de una desangelada ceremonia inaugural, que no interesó demasiado a los aficionados rusos vista la pobre afluencia de público al San Petersburgo Arena, la Copa Confederaciones echó a andar con un triunfo fácil de la seleccion anfitriona sobre Nueva Zelanda (2-0), que no alcanzó nivel de goleada por la buena actuación del portero neozelandés, Marinovic.

«Queridos amigos, bienvenidos a Rusia. ¡Vamos a ver fútbol!», dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, después de cumplimentar a la plana mayor de la FIFA y sus invitados, y la pelota echó a rodar ya con una entrada bastante más potable: cerca de 50.000 espectadores para un aforo de 68.000.

Sin tiempo que perder, Rusia, liderada por Samedov, se echó encima de su rival y lo desbordó por todos lados, aunque tardó media hora en abrir el marcador y lo hizo con un gol en propia meta. Marinovic, que ya había evitado goles cantados, no pudo hacer nada ante la vaselina con que salvó su salida Glushakov y que acabó con el tanto de Boxall en su intento precisamente de evitar el gol (minuto 31). Sin que los jugadores del cuadro oceánico encontraran a Rojas, su mejor atacante, Marinovic siguió a lo suyo, a evitar un gran descalabro. Hasta que Smolov sentenció asistido por Samedov (m. 69).

En definitiva, en el partido no hubo color para alegría del presidente ruso, Vladimir Putin, que acudió a un estadio de fútbol por primera vez desde hace muchísimo tiempo y que estuvo acompañado en todo momento por el máximo dirigente de la FIFA, Gianni Infantino.