Dos minutos después, justo cuando El Guerrouj subió a su habitación para dejar el equipaje y preparar su bolsa de entrenamiento, hizo acto de presencia en el hotel Said Aouita, uno de los grandes atletas de la historia e ídolo de Hicham El Guerrouj, con quien no se cruzó y a quien, sin saberlo, dará un testigo virtual como gran estrella mundial de una reunión atlética aragonesa. Campeón olímpico de 5.000 en Los Angeles 84 e imbatido en esa distancia durante una década, de 1979 a 1989, fue la gran atracción del último mitin de Zaragoza, en 1987, en pleno apogeo de su carrera. Catorce años después llegó a la capital aragonesa como preparador y supervisor de la federación australiana de atletismo.

"Hicham es muy rápido. Es el mejor", sentenció el exatleta sobre su compatriota, añadiendo que, si no logra el oro en los Juegos Olímpicos, sus éxitos anteriores carecerán de valor. "Los records del mundo no duran para siempre, pero la medalla de oro en unos Juegos, sí", explicó Aouita, que auguró una victoria sencilla para El Guerrouj en la prueba de mañana, en la que se enfrentará a José Antonio Redolat, Anthony Whiteman y el aragonés Carlos García, entre otros.

Mucha presión

"Si no gana el oro, su valor se reducirá a cero", dijo contundente Said Aouita, para quien Atenas supondrá la última oportunidad para El Guerrouj de lograr su gran sueño, una aspiración que ha traspasado ya lo personal para convertirse en un ahnelo nacional. "He sentido a todo el pueblo marroquí detrás de mí. No he aguantado la presión", confesó el atleta después de perder la final de Sydney en los metros finales. "Todo Marruecos y toda la gente que le quiere está esperando que gane unos Juegos Olímpicos, se han creado muchas expectativas en torno a su figura", confirmó Aouita.

Pero el ídolo confía en su admirador, le cree capaz de vencer en la cita helena si logra centrarse en la carrera y olvidar la presión. Los Juegos están ya en la mente de todos pero antes, El Guerrouj ejercerá su papel de estrella mundial catorce años después de que Zaragoza perdiera la estela de los grandes mítines, precisamente cuando Said Aouita dejó su marca en los 1.500.