En la tierra de Raymond Pou-Pou Poulidor las carreteras son abruptas. El viejo ciclista, que sigue activo en la caravana del Tour, seguro que disfrutaría en etapas como la de hoy, sobre todo la de mañana y también la del jueves. Son jornadas de desgaste, en las que hay que hacer trabajar al equipo por cuestas cortas e interminables. Y en las que normalmente, a excepción de este año, siempre hace un calor insoportable. "Estoy asustado por el tiempo", se quejaba ayer Manolo Saiz, el director del Liberty Seguros, el equipo de Roberto Heras, el corredor que ha pasado el llano tan escondido como Jan Ullrich, a la sombra de Lance Armstrong, a quien el técnico cántabro ve más frágil que otros años. "Armstrong está mucho peor de lo que demuestra. He visto sus caras, sus gestos, sus movimientos en carrera. Y no me han gustado".

Hoy comienza el Macizo Central, cordillera menos famosa que los Alpes y los Pirineos, pero con suficiente garra para que, de una vez por todas, se anime la carrera, más allá de llevar el corazón en un puño por culpa de rotondas, velocistas irresponsables y adoquines innecesarios. "¡Cuánto Tour desperdiciado!", lamentaba también Saiz, deseoso de que su chico de oro hubiese encontrado ya una mínima ascensión.

Heras, como Iban Mayo, como todos, sólo ha conocido llano y frío. Es el Tour invernal y el tiempo no parece que vaya a cambiar. Ayer, en Saint-Leonard de Noblat, de donde parte hoy la novena etapa, había 19 grados centígrados, con nubes y riesgo de precipitaciones.

Ayer, todos descansaban a su manera por Limoges y alrededores. Unos hacían compras, como el francés Christophe Moreau. Otros paseaban hablando sin parar por el móvil, como Marcos Serrano, mientras su director, Manolo Saiz almorzaba con unos amigos franceses. Por una vez, y es que Limoges está demasiado lejos de todas partes, no había visitas de novias y esposas.

Y en este ambiente relajado resultaba interesante reflexionar con Saiz sobre lo que ya ha dado de sí el Tour --poco, aparte de caídas-- y lo que falta por decidirse, que es más bien todo. A partir de hoy, se verá el auténtico rendimiento de Armstrong y su equipo, primero en el Macizo Central, un territorio para emboscadas, para fulminar corredores o equipos, para que el ONCE, la antigua formación del técnico cántabro, pusiera en 1995 a Miguel Induráin contra las cuerdas. Qué distinto habría sido el resultado de aquel Tour, con Laurent Jalabert escapado, si José Miguel Echávarri, entonces director del Banesto, no hubiese sido buen político y negociante.