El Colo Colo comenzó el sábado su partido puntual, como el resto de contendientes que se jugaban la permanencia en Segunda. El rival, el Córdoba, no lo puso nada fácil. De hecho, se fue por delante al descanso y acabó 2-2 el duelo. Pero las noticias que llegaban de otros pabellones no podían ser mejores.

Cuando en La Granja quedaban todavía unos siete minutos de partido, el equipo zaragozano ya sabía que estaba salvado. El Soliss Talavera y el Gran Canaria habían perdido en Santiago y Sevilla ante el Betis. Objetivo cumplido. Una alegría inmensa. Una enorme satisfacción por la humildad de un equipo en el que todos, sin excepción, son aragoneses. Y todos, sin excepción, juegan al fútbol sala por amor al arte. Se han salvado, además, siendo novatos en la categoría de plata. Orgullo es poco.

Alfonso Rodríguez, su entrenador, reconoce que ha terminado la temporada «exhausto», sin fuerzas, pero «feliz y satisfecho». «La temporada ha sido muy difícil y en las últimas semanas ha habido incertidumbre y estrés. Nos hemos quitado una mochila por la tensión acumulada de toda la temporada», cuenta.

La salvación, por supuesto, no se entendería sin la fuerza de un grupo que se ha vuelto a superar a sí mismo. «Siempre se deja la piel. Estamos acostumbrados a entrenar con limitaciones y a sacar mucho rendimiento. Siempre hemos confiado en que lo podíamos conseguir a pesar de que la Segunda B no tenía nada que ver con Segunda, ya que el salto era grandísimo», cuenta el técnico. Pero el equipo, añade Alfonso Rodríguez, «ha estado siempre muy unido en los momentos más difíciles y siempre ha creído».

Casi pichichi

En la salvación del Colo Colo mucha culpa la ha tenido también el acierto goleador. Carlos García, Trasobares y Muniesa, su capitán, han acabado entre los máximos realizadores de toda la Segunda. De hecho, Muniesa se ha quedado a solo un gol del pichichi, Emilio Buendía, y reconoce entre risas que ha sido una pena y que «hubiera sido un broche de oro», pero que «lo importante ha sido lograr la permanencia».

Además, el pívot se muestra especialmente orgulloso por que «somos todos de Aragón». «Eso nos da mucho más orgullo, porque hay equipos con brasileños y gente que se dedica a ello solamente. Nosotros somos estudiantes y trabajadores que cuando salen van a entrenar, están fuera un fin de semana y el lunes vuelven a su rutina», explica.

Aunque en Navidad se veía negro, hubo conjura y salvación. El futuro pasa por la continuidad de Alfonso Rodríguez, aunque hablará con la entidad, y de gran parte del bloque, que mantendrá su ADN aragonés y la misma humildad. No ocultan que necesitan un patrocinador que eche una mano para no ir tan ajustados, pero la ilusión se mantendrá intacta.