La temporada pasada celebraron juntos, el sábado en la ciudad y el domingo en La Romareda, el ascenso a Primera División. Jugaron un partido de placer porque la derrota del Levante horas antes les convertía en equipos de Primera sin necesidad de mayores esfuerzos. Once meses después, el destino ha vuelto a convocar a Real Zaragoza y Albacete con todas las exigencias que entonces no tuvieron, esta vez para seguir en la categoría que tanto les costó ganarse. El encuentro es para sufrirlo. Se trata de uno de esos duelos donde es seguro que correrá la sangre, el sudor y puede que alguna lágrima si los manchegos suman los tres puntos, cantidad que añadiría a los 40 que ahora ostentan y que les sería suficiente para mantenerse. El Real Zaragoza persigue el mismo objetivo y un triunfo le dejaría a las puertas de la tranquilidad casi absoluta. Ambos se van a buscar la yugular.

A Víctor Muñoz --a nadie en realidad-- no se le pasaba por la cabeza este panorama bélico a falta de cuatro jornadas para el ocaso de la Liga. Pero una sola victoria ante el Celta en las últimas seis semanas (le robaron el mes de abril) ha cambiado la climatología del campeonato, que se ha helado en su polo sur con ocho clubs congestionados en una diferencia de sólo cuatro puntos.

GOLPES DUROS En ese peligroso cuello de botella está el Real Zaragoza por motivos propios y por ajenos. Entre su fútbol alegre e inexperto y con los árbitros dándole martillazos a diestro y siniestro, siente que está en el lugar equivocado y en el momento más inoportuno. Soláns reunió a todo el mundo alrededor de una comida. Pidió unión y ratificó su fe en la salvación, pero, eso sí, recordó a los presentes lo que supondría el descenso: una catástrofe.

La situación, grave, le obliga a buscar un atajo para salir del lío en el que se encuentra. El Carlos Belmonte no parece el campo ideal para cosechar. Allí ganaron los grandes y cayeron los apurados. La escuadra de César Ferrando está a punto de firmar su continuidad entre los mejores por ese buen comportamiento en casa, y puede hacerlo hoy. También el Real Zaragoza, que para este pulso recupera a la mayor parte de su defensa titular (Toledo cumple sanción por cinco amarillas). Alvaro, Milito y Cuartero regresan a la titularidad después de una partido de castigo, lo que da solidez a un equipo que viene de recibir cuatro goles. El golpe del 4-4 con el Sevilla está superado según Víctor, quien tendrá a su mejor once.

La atmósfera del Carlos Belmonte será terrible. También para Lizondo Cortés, el colegiado, un debutante nacido en Valencia, detalle de regusto para los malpensados. No está el Real Zaragoza para esos segundos platos. Hoy tiene que ser inteligente, paciente bajo la presión y esperar a que Villa apriete el gatillo. Si se adelanta, será el dueño del partido y, seguramente, de su destino.