Sería un poco atrevido afirmar que Sam Bennett, ciclista irlandés del conjunto Bora, ganó ayer al esprint. Porque lo suyo, más que nada, fue un ataque en seco, con el que sorprendió a todos a falta solo de 100 metros para la línea de la llegada de la 12ª etapa del Giro, que estaba instalada en un enclave más propio de la gasolina como es el circuito automovilístico de Imola.

Bennett obsequió a su equipo con la segunda victoria de etapa en un día marcado por la fuerte lluvia, en el que se rodó a más de 44 kilómetros por hora, pero que, pese a la alta velocidad, simplemente fue una etapa de transición, de entrenamiento en competición, con la mirada ya puesta en la cima del Zoncolan.