Fernando Alonso (Renault) lo intentó y lo hizo como sólo saben hacerlo los campeones, con arrojo, decisión, valentía, manos y perseverancia. Pero cuando uno se enfrenta a un mito, a Michael Schumacher (Ferrari), al piloto más grande de todos los tiempos, al campeón de los campeones, al hombre que convirtió en número dos al mismísimo Juan Manuel Fangio, cuando uno pelea contra el hexacampeón del mundo, no tiene más remedio que resignarse y conformarse con la segunda plaza, con ser el primero de los otros . Ayer, en Magny Cours, sólo hubo una carrera, la que disputaron Schumi y Alonso, que superaron en medio minuto a los demás.

INICIO FULGURANTE Alonso, el piloto que mejor sale de la F-1, no perdió ayer la costumbre de arrancar mejor que nadie. Esta vez tenía, encima, la suerte de arrancar sin tener a nadie delante, pero otros en esas condiciones habían sido derrotados. El, no, él arrancó mejor que nadie y, junto a Schumacher, se escapó a las primeras de cambio mientras Marc Gené (Williams-BMW), que acabaría décimo, se dejaba arrebatar dos plazas en el apagón de los semáforos.

Alonso y Schumi , que ayer logró la novena victoria de la temporada en 10 grandes premios, su 79º triunfo en F-1, sumando 90 de 100 puntos en juego esta temporada, consiguiendo el séptimo triunfo en Francia (nuevo récord) y lanzando a Ferrari hacia un nuevo título de constructores al acaparar 158 de los 180 puntos posibles, rodaron a la velocidad de la luz, como sólo campeón y heredero podían hacer.

Fue una demostración espectacular de lo extraordinario que es Schumacher y lo bueno que es Alonso. Ningún otro hubiese resistido el ritmo, a récord por vuelta, que imprimió el asturiano en los 15 primeros giros. Tanto que, tras los primeros repostajes, que duraron siete segundos, Alonso siguió en cabeza.

CAMBIO DE ESTRATEGIA Ese poder puso en marcha la mente de Schumacher, que apretó de lo lindo antes del segundo repostaje, en la vuelta 29, para poder adquirir la suficiente ventaja como para aparecer por delante de Alonso al incorporarse a la carrera. Antes de entrar en su boxe , Schumi había conversado, vía radio, con Ross Brown, el cerebro de Ferrari, el ingeniero que decide la táctica de la scuderia , y habían decidido cambiar totalmente de plan: irían a cuatro paradas y no a tres como estaba programado para lograr mayor velocidad sobre la pista.

El cambio de estrategia del barón rojo , que sólo fue detectado por Renault, que suele errar en sus planteamientos con bastante frecuencia, tras la segunda parada, sentenció la carrera. Tras ese repostaje, en el que a Schumi le pusieron mucho menos carburante que al asturiano, el alemán empezó a volar sobre la pista francesa, rodando como un reloj a 1.15 minutos por vuelta, mientras Alonso arrastraba mucho más peso al quedarle únicamente una parada en su boxe .

Alonso acabó rodeado de los dos pilotos rojos, ya que, tres vueltas antes de cruzar la meta, su compañero de equipo, el italiano Jarno Trulli (Renault), se dejó arrebatar la tercera plaza del cajón , al abrirse incomprensiblemente en una curva sencilla creando el suficiente agujero para que se colase por ella Rubinho .