Apuntaba a drama y acabó en final feliz porque DJ Seeley anotó un triple prácticamente en el último segundo que dio la victoria al Casademont en Polonia (85-86). Un triunfo muy importante primero porque ganar fuera de casa en esta fase de grupos tan reducida es oro y, segundo, porque el equipo aragonés supo reponerse a una mala segunda parte y ganar jugando mal. Salió el carácter competitivo del equipo, la fe y la suerte en el momento decisivo. El Casademont perdía de cuatro a falta de 21 segundos y acabó ganando el partido.

Tuvo que ganar in extremis un duelo que podía haber sentenciado mucho antes. Comenzó haciendo muy bien su trabajo, tanto en defensa como en ataque, dominando, sintiéndose cómodo. Tan cómodo que se relajó, se durmió en los laureles y dio vida al Start Lublin en la segunda parte. A putno estuvo de pagarlo muy caro pero primero un triple desesperado de Rupnik cuando parecía que se le escapaba el partido de las manos, luego una falta de tres tiros sobre el base esloveno, después un fallo desde el tiro libre del equipo local y, finalmente, la calidad de Seeley, capaz de jugarse y anotar el triple decisivo después de otra tarde discreta, acabaron por darle una victoria fundamental.

El equipo de Diego Ocampo fue de más a menos. De muy más a muy menos, si puede decirse así. Porque comenzó con una buena actividad defensiva que provocó errores y pérdidas en el Start Lublin y con una idea clara de ataque. El equipo aragonés supo sacar ventaja de sus interiores con un acierto superior al 70% en tiros de dos porque fue capaz de poner buenos balones dentro. Además, también se le dio bien el tiro de tres, con lo que todo marchaba sobre ruedas.

El Casademont se encontró como en casa. Podía recuperar, jugar a campo abierto y anotar fácil mientras el Start Lublin fallaba una y otra vez. Pero la comodidad se convirtió en relajación. Lo vio tan fácil, tan encaminado tan pronto, que hizo lo peor que podía hacer, rebajar su intensidad defensiva. Porque eso dio vida poco a poco al Lublin, que fue creyendo, acercándose, hasta subirse a las barbas del Casademont.

En la segunda parte, el equipo aragonés dejó de hacer todo lo que había hecho en la primera. Para empezar, no defendió y por ahí empezaron todos sus males. Para seguir, se alejó del aro. En lugar de seguir poniendo balones dentro para los interiores, que los ganaban casi siempre, empezó a jugar cada vez más lejos y lejos hasta dedicarse a tirar por tirar sin mover el balón, sin elaborar jugada, sin liberar al tirador.

Así que los locales fueron asomando poco a poco la cabeza, creyéndoselo, mientras el Casademont se precipitaba cuesta abajo. El Start Lublin le dio la vuelta al marcador en el tercer cuarto y, a partir de ahí, fue tomando ventajas que llegaron a una máxima de 11 puntos (la del Casademont había sido de 13 en el primer cuarto). El equipo de Ocampo parecía cada vez más perdido y, sobre todo, más lejos de la victoria.

Pero dos triples seguidos, el primero de ellos de Rupnik en una de esas jugadas poco y mal elaboradas, dio un nuevo aliento al Casademont, que se vio a solo cinco puntos a falta de 2.45 para el final (79-74). Un tapón de Hlinason y otro triple de Barreiro pusieron el empate (79-79), pero un despiste atrás de Brussino y otras malas decisiones llevaron el marcador a 84-80 a falta de 21 segundos.

Tal y como se había desarrollado el duelo parecía imposible, pero se obró el milagro con dos jugadas de tres concatenadas, los tres tiros libres de Rupnik y el triple final de Seeley que hizo estallar de júbilo al banquillo aragonés. No fue el mejor partido pero sí el mejor resultado. El Casademont y Ocampo siguen ganando tiempo para seguir construyendo y creciendo. Porque todavía tiene muchas cosas que ajustar y mejorar el equipo si quiere ser más fiable en los partidos.