—¿Cómo ha sido su aterrizaje en el club y en la ciudad?

—Una maravilla. Ha ido muy bien y todo el mundo me ha hecho sentir como en casa desde el primer día. En cuanto a la ciudad puedo decir poco porque conozco La Almozara, mi piso, en el que estoy todo el día metido viendo jugadores y hablando con representantes, y apenas he tenido tiempo de visitar nada, pero me parece una ciudad preciosa.

—¿Qué le atrajo del proyecto del Ebro y por qué lo eligió?

—Lo primero que me atrajo fue cuando vine aquí a hablar con los propietarios del club y vi la ilusión y las ganas de crecer que tenían, de mejorar y de crear una estructura nueva. Es algo que ya estaba acostumbrado a hacer, a trabajar en un club humilde y ayudarlo a crecer. Me atrajo desde el primer momento también su seriedad y sinceridad.

—Uno de los primeros pasos ha sido la contratación de Manolo Sanlúcar como entrenador, un hombre de su plena confianza.

—En un principio traía otra idea, porque el campo de La Almozara es muy pequeño, pero luego al enterarme de que al final íbamos a jugar en el Pedro Sancho, que tiene otras dimensiones, el concepto cambió por completo y pensé en Manolo porque en un campo grande y con una buena superficie hay una buena oportunidad para desplegar un buen fútbol. Su idea es la de jugar el balón, por abajo, con bandas rápidas y laterales de buen recorrido. Si hacemos las cosas bien, independientemente de los resultados, vamos a ver jugar muy bien al equipo.

—¿Cuánta incidencia tendrá el entrenador en la confección de la plantilla?

—El entrenador pide posiciones y yo pongo opciones encima de la mesa y, dentro de esas opciones, llegamos a un entendimiento. Manolo y yo tenemos una idea muy parecida de fútbol. Solemos coincidir casi siempre.

—¿Mantiene la idea de hacer una plantilla corta y contar con el apoyo del Robres?

—Sí, por dos motivos. El primero es por el apartado económico, porque el Ebro no es un club tan potente como para tener una plantilla de 23 o 24 jugadores. Tenemos un presupuesto medio para hacer una plantilla más corta, fijarnos en futbolistas de más calidad y esas tres o cuatro últimas plazas tener futbolistas sub-23. Además quiero incidir en el Robres, porque es una joya y tenemos que fijarnos mucho en el equipo para esta temporada y también para las venideras.

—Le llaman cariñosamente el ‘Monchi de la Serena’ por su trabajo en el Villanovense. ¿Va a sacarse a algún jugador de la manga para el Ebro?

—Todo el mundo firma más o menos bien las fichas sénior y sabe lo que quiere. Todos tienen buenos futbolistas. La diferencia solo la puedes marcar con las fichas sub-23 y, si consiguiéramos que dos o tres sean titulares, titularísimos o que estuvieran muy cerca del nivel para jugar en el once inicial, habremos dado el salto de calidad que esperamos.

—¿Va a incrementarse la presencia aragonesa en el equipo o tirará más por futbolistas del grupo IV por ser el que más conoce? Ya han fichado a Monforte (Robres) y a Espín, central que ya tuvo en el Villanovense y que llega por Ubay, que no sigue.

—Mi idea es no mirar de dónde son los jugadores ni el grupo. Quiero buenos futbolistas, pero indudablemente conozco mucho mejor el grupo IV, aunque no tiene ninguna incidencia. En cuanto a la presencia aragonesa, no sigue Aarón Abad, pero hemos confirmado la incorporación de Raúl Monforte, del Robres, lo que reafirma nuestra apuesta.

—¿Cuántos movimientos en el equipo espera?

—No solo depende de lo que yo piense. Podría decir ahora mismo un número de bajas y de posibles altas, pero hay que contar que los jugadores del Ebro han hecho una muy buena temporada y tienen ofertas y no es fácil retener a ciertos futbolistas.

—¿Le ayuda el cambio al Pedro Sancho a atraer jugadores para el Ebro?

—Más que de las dimensiones del terreno de juego, el problema está en la superficie y hay jugadores que no quieren venir a jugar en hierba artificial.

—¿Cuál es el objetivo del club? En su presentación se mostró ambicioso.

—Vengo con la ilusión de llegar a lo más alto posible. Por suerte o por desgracia estoy acostumbrado a manejar presupuestos cortos y a obtener buenos resultados. Vengo con ganas de hacer algo grande, pero no es menos cierto que el Ebro no debe perder su bandera, que es la de la humildad, el trabajo y el sacrificio. Clasificar al Ebro para el playoff es mi máxima ilusión. Sería el hombre más feliz del mundo.