Rafael Nadal no tuvo ninguna opción en una final del Abierto de Australia que se presentaba en teoría muy igualada. No fue así. En un partido unidireccional, de un solo sentido, con un solo amo sobre la pista, el serbio Novak Djokovic desarboló totalmente al tenista mallorquín para derrotarle en tres sets, 6-3, 6-2 y 6-3, en solo dos horas y cuatro minutos de un encuentro que decepcionó las expectativas por la poca oposición que Nadal fue capaz de plantear al actual número 1 del mundo y ganador ya de 15 títulos de Grand Slam, a dos del balear y a cinco del suizo Roger Federer. Nole, además, se convirtió en el primer tenista con siete títulos en Australia, deshaciendo el empate a seis que mantenía con Federer y el legendario australiano Roy Emerson.

Nadal, que perseguía otra hazaña (ser el tercer jugador, y primero en la era profesional, con al menos dos títulos en cada uno de los cuatro grandes), se quedó en el camino, al perder su cuarta final en Melbourne, donde solo consiguió ganar hace 10 años, en una final histórica ante Federer en el 2009. Pero, en esta ocasión, el jugador mallorquín fue una caricatura de la gran imagen que había dado a lo largo de todo el torneo (no había cedido ni un set en los seis partidos anteriores, en los que además solo le habían roto una vez el servicio) y no pudo con Djokovic, que cimentó su victoria precisamente en un servicio seguro, con el que logró siete juegos en blanco y con el que solo cedió una bola de break (cuando ya se llevaba una hora y 45 minutos de partido) que Nadal no pudo materializar.

SUPERIOR EN TODO

Nadal comenzó inseguro (cedió su primer break ya en el segundo juego) y, con 3-0 abajo, no fue capaz de colocar bolas profundas y alargar los puntos ante la presión a la que se vio sometido por un Djokovic que rozó la perfección. El serbio ganó además los 16 primeros puntos con su saque (cuatro juegos en blanco), y Nadal tardó 33 minutos para ganar el primero al resto, con 5-3 ya en contra.

Las cosas no cambiaron en las dos mangas siguientes. Djokovic rompió dos veces el irregular servicio del mallorquín en la segunda manga y, en la tercera, Nadal tuvo su única bola de break, ya con 2-3 en contra en el marcador, que no pudo transformar. Una nueva rotura de servicio en el último juego sentenció la final de Australia, la 53ª ocasión en que se enfrentaban ambos jugadores, con un balance ahora de 28-25 favorable al serbio, que en finales de Grand Slam igualó a cuatro victorias con el español.

Djokovic, que suma su tercer grande consecutivo (cerró el año pasado con victorias en Wimbledon y el Abierto de EEUU), fue mejor en todos los aspectos del juego, como desmuestran las estadísticas. Logró más servicios directos (8, por 3 de Nadal), cometió menos dobles faltas (0 y 2), rompió más veces el servicio del ribal (5 de 8, por 0 de 1), ganó mas puntos en la red (16 de 18, por 7 de 14), colocó más golpes ganadores (34-21) y cometió menos errores no forzados (9-28). En total, 89 puntos ganados, contra 53 del español, en las dos horas y 4 minutos de dominio del serbio, que destrozó la elevadas expectativas de una Nadal que, sin embargo, no perdió la sonrisa y prometió seguir trabajando para consolidar su regreso a lo más alto, después de más de cuatro meses sin jugar un partido oficial tras su retirada en el Abierto de EEUU el pasado mes de septiembre.

DÉFICIT FÍSICO

Nadal explicó el destrozo al que fue sometido por las consecuencias de ese prolongado parón. «Para competir al nivel que me ha exigido Novak necesitaba un extra de físico y velocidad que no tenía», aseguró el español, que tampoco tuvo reparos en reconocer que había jugado contra un rival «que ha sido mejor». Y descartó el aspecto mental como factor decisivo: «No fue importante, ya que si su bola y sus piernas van más rápidas, no hay forma de hacerle daño. No he podido buscar una solución a lo que exigía el partido».

«He hecho unos 15 errores no forzados en los últimos dos partidos, es increíble», aseguró por su parte Djokovic, que calificó el partido de ayer como «la cima de todas mis finales de Grand Slam». «Estoy muy orgulloso por las circunstancias y por hacerlo frente a Nadal, a quien agradezco su ejemplo de lucha y sacrificio».