Luis Pastor, concejal de Deportes del Ayuntamiento de Zaragoza y muchísima mejor persona que político aunque les pese a los políticos, se ha desvivido para que su ciudad tenga una exhibición de tenis femenino. Acosado por las comparaciones, defiende con énfasis que ésta no tiene nada que ver con la que protagonizó Kournikova, y deja entrever que la visita de la ´top model´ tuvo más de montaje cateto que de sincera propuesta deportiva. Le sobran y la faltan las razones. Este tipo de encuentros, sean con esbeltas medianías del circuito o con estrellas que llevan dos años fuera de él como es el caso de Hingis, están bajo sospecha se presenten como espectáculos de pasarela o para que llamar la atención de la WTA. Sólo se justifican como gasto público si, de una u otra forma (aunque sea insinuando el tanga bajo la falda), despiertan el interés del pueblo, que es soberano incluso para regodearse en la estupidez de la mirada furtiva venga de la grada o del palco de autoridades, que el culo de la rusa fue diana de nobles y plebeyos, de ´Antonios Suárez´ y ´Espíldoras´. Existe otro modo de entender estas pachangas de temporada, y no es otra que la explotación económica del evento con suculentos beneficios de fondo. La ´Batalla de los Sexos´ que dirimieron Billie Jean King y el magnate Bobby Riggs en el Astodrome de Houston en 1973 fue seguida por 90 millones de personas por televisión y por 30.472 aficionados en el monumental recinto de la capital de Texas, récord de asistencia a un partido de tenis. No parece que el Príncipe Felipe vaya a vestirse de gala, y si lo hace será con papel de regalo. ¿Kournikova o Hingis? Dos sets perdidos.*Periodista