Con Neymar Jr. no hay posibilidad de montar una foto de grupo. En la seleçao, ejerce el monopolio de la atención con mano dura. Si entrevé que alguien osa disputarle los titulares, responde con criterios periodísticos incuestionables. Esta es la lógica con la que actuó ayer, cuando, por propia iniciativa, dejó el entrenamiento durante un rondo con Willian, Miranda, Coutinho, Paulinho y Thiago Silva.

Se agachó para tocarse el tobillo derecho con la parsimonia suficiente para que lo pudieran captar las cámaras, cojeó y, sin decir ni pío, enfiló el camino de los vestuarios del centro de entrenamiento de Brasil en Sochi, franqueado por el fisioterapeuta Bruno Mazziotti, el mismo que trató a Ronaldo en sus últimos años en el fútbol activo y que, después del Mundial, se incorporará al PSG.

La agenda informativa brasileña ya era suya. Después de haber activado la bomba, el cuerpo técnico de la canarinha reaccionó con rapidez para intentar minimizar la onda expansiva. «Neymar ha dejado el entrenamiento con un poco de dolor en el tobillo derecho, consecuencia del número de faltas recibidas. Era una sesión regenerativa para los titulares. Hará fisioterapia hoy y mañana por la mañana. Entrenará mañana», dijo el jefe de prensa de la seleçao.

Respuesta a las críticas

Sus molestias llegan el día que Philippe Coutinho, autor de un golazo y elegido MVP del Brasil-Suiza, estaba designado, desde hacía 24 horas, para comparecer ante los medios de comunicación. Desde que domingo finalizó el encuentro, Neymar ha sido atizado por la prensa de su país como nunca se había visto antes. Le recriminan su individualismo y su obsesión por frenar el juego forzando un sinfín de faltas inocuas. Retirarse por unas molestias refuerza la guerra de Ney contra el mundo, en la cual la CBF no pretende entrar. Sin desautorizarlo, pero minimizando el percance físico, Tite muestra que pretende seguir marcando el discurso oficial. El lunes por la noche, en un debate en el canal ESPN Brasil se pidió explícitamente que Tite parase los pies a la estrella y se argumentaba que el mejor Neymar fue el que disfrutó el Barcelona, porque pudo domesticar su ego insertándolo en el ecosistema futbolístico que dictaban Messi e Iniesta.