Llega y da la mano. Con firmeza. Deja encima de la mesa el móvil. Curioso logotipo el del aparato: la estrella de Texas. Ha concedido 10 minutos de su tiempo, y eso que no le gusta hablar de forma más o menos oficial con la prensa española. "Le asquea el tema de Manzano y los españoles sólo le preguntan por este ciclista", afirma Joggi Müller, el jefe de prensa. Armstrong habla y habla, deprisa, como su vida, como si el reloj se fuera a detener."Ahora sólo trato de que el camino hacia el sexto Tour no se convierta en una obsesión. Nadie lo ha logrado. Sé que es algo que intimida. ¡Es tremendo! Por eso me concentro y trato de afrontarlo como si pensase en mi primer Tour". Mueve los dedos de los pies, descalzo. Muchas cosas deben pasar por su cabeza: la vida sentimental, que ahora parece resuelta; la forma física de los compañeros, que de hecho son sus empleados. El es dueño y señor del US Postal. Otro tema que le preocupa. La compañía de correos de EEUU deja el patrocinio a fin de año. ¿Seguirá Armstrong? Johan Bruyneel, el director, trata de convencerle para que siga, sea cual sea el resultado en la ronda francesa. "Confío en que continúe un año más. Pero no nos dejará. Igual, si no, se convierte en nuestro embajador".Pese a la jerarquía, no parece que el ambiente sea malo en el equipo. Lance cena con apetito. Ya ha dejado el hotel de Saint-Etienne y ha recorrido más de 180 kilómetros, los de la tercera etapa del Dauphiné Libéré, el último ensayo antes del Tour. ¡Iban Mayo le ha noqueado! Impresionante. El vasco ha hecho historia con un triunfo de prestigio. Esta noche Lance duerme en el pequeño pueblo de Saint Paul Troix Chateaux, con el Mont Ventoux en el horizonte. Como todas las noches, no falta la botella de cristal de aceite de oliva sobre la mesa, regalo de Beltrán, el jienense del equipo yanqui, del bueno, de la cooperativa de su padre, Oro del Jontoya."Oye, que éste es de Jaén, la tierra del aceite". Se lo dijo Chechu Rubiera, en buen inglés, el primer día que Beltrán salió a entrenar con Armstrong. De eso hace un año. Triqui poco entendía de la conversación. "!Good, good!", es todo cuanto respondió el ciclista andaluz. Y al siguiente encuentro con el estadounidense llegó con el coche cargado de cajas de aceite. Lance se enamoró del sabor y ahora obliga a su cocinero particular, el chef suizo Willy Balmat, a que prepare todas las ensaladas con el aceite del padre de Beltrán. "Quince litros cayeron en el último Tour", descubre Beltrán.Armstrong devora la cena entre otros dos estadounidenses del equipo, Landis e Hincapie. El chef Balmat muestra la olla con los espaguetis al dente que tanto entusiasman al tejano. Balmat es suizo. "Tengo un restaurante a 2.000 metros de altitud, en la estación de esquí de Saint Moritz. Sólo se puede acceder esquiando. Por la noche lo cierro. Y, claro, también, en verano". Acompaña al equipo en todas las carreras. Enseguida se adueña de la cocina del hotel.El chef se sienta en una mesa cercana a degustar una cerveza. Lance exhibe en la muñeca derecha la pulsera amarilla, de goma con la inscripción live strong (vive con fuerza), el lema de Armstrong. La llevan todo su equipo. La pulsera ha surgido como una idea del ciclista, en colaboración con Nike. Quiere vender cinco millones en el Tour, a un euro la pieza. La recaudación irá a su fundación (Lance Armstrong Foundation) y servirá como ayuda a la investigación para combatir el cáncer infantil.Juan Luján, el mecánico, de México, aparece con la bicicleta del campeón. La pasea por el comedor: cuadro y ruedas negras. La cuida con mimo, como siempre hacen los mecánicos ciclistas con las bicis de las estrellas.Lance se levanta. Se despide. Sin ruido. Siempre duerme solo. Es su privilegio. A Induráin no le gustaba. Si hubiese querido habría tenido habitación individual, pero prefería tener compañía. "El Tour será muy selectivo. Una dura batalla. Los rivales serán duros. Ullrich, siempre Ullrich, el mejor, y Mayo, que va a estar muy fuerte. Cien por cien seguro de que va a estar muy fuerte". Piensa todo el año en la carrera; en marzo, cuando estuvo en Tenerife; luego cuando regresó a California, unos días, más bien pocos; en Gerona, y a los Alpes, a Alpe d´Huez, vestido de negro. Subió cinco veces. "Pero en días intercalados y a ritmo variado", indica Bruyneel, el director. Creció la leyenda. "Se dijo que había subido 10 o 15 veces, en un día. ¡Mentira!" Luego se fue al Mortirolo. Lo subió rodeado de cicloturistas, el día antes del paso del Giro. Y siempre, a todas partes, como ha sucedido este último fin de semana en el Dauphiné Libéré, le ha acompañado Sheryl Crow, la mujer con la que ha reestablecido su vida sentimental.A él no le gusta hablar de temas privados. Rehuye la pregunta cuando sale el tema de Sheryl, cantante, famosa como él. Obsequia con una sonrisa y ríe un poco. Bruyneel es más claro: "La ruptura matrimonial le atormentó durante el último Tour. Sheryl ha sido un factor positivo en su vida. Está más centrado, tranquilo y relajado. Su vida personal se ha estabilizado y puede motivarse mucho más sobre la bicicleta".Robert Davis ha sido un testigo de excepción en el camino de Armstrong hacia el sexto Tour. Davis es el responsable de The Armstrong Chronicle, el documental por capítulos que emite OLN, canal por cable estatal, la cadena que retransmite el Tour en EEUU. "Le acompañé en Tenerife, en California, en el Critérium Internacional, en el Tour del Languedoc-Rosselló, en Gerona, en Austin, en el Tour de Georgia. Y hasta nos permitió, en California, que grabásemos unas escenas con Sheryl. Sin voz".Joggi, el capo de prensa --"hombres, hombres" es su frase preferida, que dedica a los periodistas españoles--, habla, como muchos suizos, un montón de idiomas. Se mueve a todas partes con dos móviles en la mano. "No puede ser, imposible", es la frase que más repite. "Si Armstrong cediera a todas las peticiones, realizaría un promedio de 15 entrevistas individuales al día. Y no puede ser. Así y todo, afronta un par de entrevistas al día en carrera, y una lejos de la competición".José Azevedo, portugués, ha sido el corredor escogido por Lance para sustituir a Roberto Heras. Es, por tanto, el último en llegar al equipo. No hay forma de arrancarle una frase sobre Lance. "No es correcto que hable de él. Sólo diré que tiene mucha clase". Azevedo correrá el Tour y será pieza vital del tejano en la montaña. "Correr en el mejor equipo del mundo es lo más grande que me ha pasado. ¡Sería tan bonito ganar el Tour con Lance!".Benjamín Noval, asturiano, también aspira a estar en el Tour al lado de Armstrong. Llegó al US Postal en invierno. Antes estaba en el modesto Relax. "Fue como cambiar de coche, de un utilitario a uno de lujo". O lo que le pasó el primer día, cuando se encontró frente a frente, entrenando con Lance. "No voy a negarlo. Estaba algo asustado. Me daba respeto estar junto a él". ¿Y cómo rebaja Lance la tensión? El tejano habla castellano en la intimidad y lo entiende perfectamente. Se le ha oído en el pelotón, donde apenas se relaciona con los rivales. Tiene su pequeño grupo de amigos. Por eso le gusta relajar la tensión cuando ve a sus gregarios españoles algo asustados. Entonces suelta tacos en castellano. Y se ríe...Pero intentar ganar el Tour por sexta vez no es un asunto de chiste. A él sólo le vale volver a estar en lo más alto del cajón de París. "Lance, ¿en qué te gustaría pensar cuando estés en lo alto del podio?", se le pregunta. "¿Pensar, ahora? No puedo hacer promesas. Sólo espero que sea yo el que esté en lo más alto. Si gana otro, me sentiré fatal". Palabra de Lance. Palabra de pentacampeón.