Simona Halep lloró otra vez en París. Pero esta vez fue de felicidad. De alegría. Después de tres fracasos, la tenista rumana consiguió ganar su primer Grand Slam al vencer en la final de Roland Garros a la estadounidense Sloana Stephens por 3-6, 6-4 y 6-1.

Ganar 10 veces como Nadal es algo único, pero besar la Copa por primera es muy especial, sobre todo si antes , como le había sucedido a Halep, se le habían escapado tres finales de Grand Slam. La primera en Roland Garros, en el 2014, ante Maria Sharapova. La segunda, también en la Philippe Chatrier, ante la novata Jelena Ostapenko. Y, la tercera, apenas hace unos meses, en el Abierto de Australia, ante Carolina Wozniacki. Tres duras derrotas que hicieron salir a Halep ansiosa y nerviosa a la final de ayer. Y sus sensaciones no podían ser peores cuando Stephens, número 10 mundial y campeona del Abierto de EEUU del año pasado, la dominaba por 6-3 y 2-0. «Entonces me dije: ‘ya no hay nada que hacer. Relax y disfruta del partido’», confesó Halep tras el partido.

ARANTXA DIO LA COPA

Quizá por eso esta vez se resistió a la derrota para igualar el marcador y certificar la victoria en un tercer set en el que solo cedió un juego hasta besar la copa Suzanne Lenglen que le entregó Arantxa Sánchez Vicario, campeona en tres ocasiones, la última vez en 1998. «Es un momento increíble para mí», dijo la tenista rumana, que tuvo un recuerdo para la anterior campeona rumana, Virginia Ruzici, campeona en 1978 y ayer en las gradas. La número uno ya tiene un Grand Slam.