La implantación en general del tiro al plato en la sociedad está muy acentuada ya que son muchos los cazadores que acceden a este deporte durante las fiestas populares a través de especialidades como el minifoso o el recorrido de caza. Sin embargo, a nivel competitivo, el deporte no cuenta con muchos adeptos. Las ayudas comerciales sólo cubren a una media docena de tiradores, escasamente, a los que se les facilita munición y armas regaladas o a buenos precios. El resto de las ayudas provienen, generalmente, por objetivos, en las competiciones territoriales y nacionales. Algo que dificulta seriamente el acceso del aficionado a la alta competición.