Un milagro es un acontecimiento único, excepcional, extraordinario, incluso sobrenatural. Pero en la Champions, y en el fútbol, se invoca a los sucesos inexplicables para remediar grandes desastres. El Roma invoca a la necesidad de protagonizar un milagro para eliminar al Barça tras encajar un 4-1 en el partido de ida.

De milagros sabe mucho el Barça, que apeló a la ayuda de fenómenos paranormales para seguir en la Champions la temporada anterior. Como si fueran situaciones cotidianas. Anuales. Un milagro vivió en los octavos de la última campaña ante el PSG al levantar el 4-0 de París con un inolvidable 6-1, sobre todo cuando solo vencía por 3-1 en el minuto 87 de partido y ni siquiera tuvo que recurrir a la prórroga. Otro milagro invocó, en la siguiente eliminatoria, cundo encajó otros desastroso 3-0 en Turín. Nadie le echó una mano en la segunda vez. El 0-0 de la vuelta recordó a los culés cuán humanos son.

«Creemos en el milagro», aseguró Eusebio di Francesco, el entrenador del Roma, sabiéndose en una situación límite como la de Luis Enrique hace un año. El técnico invocó y convocó a los romanistas a una noche catártica, asombrosa para apear a los azulgranas en la misma estación. Las entradas se agotaron a las ocho horas de ponerse a la venta.

ALGO IMPENSABLE / «Tenemos la oportunidad de hacer algo impensable, un milagro si lo desean, pero tenemos el deber de intentarlo», explicó Di Francesco, para acentuar el entusiasmo de la hinchada granate antes del aprtido. El técnico admitió que su equipo no tiene una mentalidad ganadora cuando lleva una década sin celebrar ningún título, pero garantizó que su equipo jugará «con mucho amor» en busca de esa utopía. «Quiero que los chicos pongan todo lo que tengan», reclamó. No se atrevió a pedir nada más que una dosis superior de maldad, entendida como agresividad, y acierto ante el marco de Ter Stegen.

Nadie mejor que Radja Nainggolan para personificar la fiereza del equipo, y no solo porque lesionara gravemente a Rafinha en el partido de septiembre del 2015, sino por su estilo, por su puesta en escena cuando compareció en la rueda de prensa del equipo. «Yo no vi tanta diferencia en el partido de ida, pero esta vez tendremos que cometer menos errores y aprovechar las oportunidades», dijo. Esta vez, él estará en el campo desfogándose, y no sentado en la tribuna. Ya está recuperado de las molestias musculares que le impidieron participar en la ida. Quien se lo perderá es Perotti. El turco Cengiz Ünder, que también estaba lesionado, ocupará su puesto.

En el Barça la duda se centra en Sergio Busquets, aún con molestias, como adelantó Ter Stegen y confirmó Valverde. El técnico y el mediocentro contrastarán si vale la pena infiltrarse otra vez o evitar riesgos mayores. El excelente rendimiento ofrecido por Ivan Rakitic en ese puesto le genera una gran tranquilidad si al final debe renunciar a Busquets.

El Roma solo piensa en el Barça y no en la Liga (la próxima jornada disputa el derbi ciudadano con el Lazio y con quien se disputa una plaza en la Champions) y el Barça solo piensa en el Roma y no en el Valencia, garantizó Valverde, que ni siquiera quería aludir a la semifinal. «No estamos clasificados, y lo que no vamos a hacer es especular con la ventaja que tenemos. Jugaremos como si estuviéramos 0-0», aseguró. «Siempre pienso que podemos perder. Llevamos mucho tiempo en el fútbol para saber que pasan cosas extraordinarias», dijo.