La caída y disolución del proyecto de Lopetegui comenzaron con aquel 3-0 que sufrió en su visita a Sevilla en la primera vuelta. Entonces el equipo de Machín ya puso sobre la mesa las vergüenzas de un equipo que, pese al cambio de entrenador, persisten de manera fehaciente. El calendario asimétrico ha deparado la devolución de la visita en el primer partido de la segunda vuelta, un duelo envenenado para Solari, en el que se va a medir la capacidad de subsistencia un Madrid que llega con el agua al cuello (16.15 horas), en una constante dinámica de juego poco consistente y una impotencia creciente que condiciona, incluso, la lectura de cada victoria blanca.

El pobre bagaje que acumula el equipo de Solari en el 2019 (una victoria inmerecida en el Villamarín y una clasificación indecorosa en Copa), no anima a pensar que el renacimiento de un proyecto moribundo se vaya a producir ante la solidez del sistema de tres centrales del Sevilla, más aún con los problemas de lesiones que merman los limitados recursos de Solari. Ayer se añadió un nuevo problema: la lesión muscular de Navas, que coincide con la vuelta de Courtois.

La imagen de un técnico ilusionado con la que se presentó Solari hace mes y medio, escuchando atentamente las preguntas, intentando enarbolar un discurso con contenido, con ideas más o menos complejas... ha ido degradándose. La única noticia que se extrajo ayer de su comparecencia fue la confirmación del alta momentánea de Benzema, que entrenó con normalidad y apunta a titular tras retirarse del último partido con una fractura en la falange del dedo meñique. «No es un problema para que desarrolle su carrera de futbolista, ni este fin de semana, ni el miércoles, ni el que viene. Está bien», explicó el técnico. Siguen trabajando al margen del grupo los lesionados Kroos, Llorente y Mariano, junto a Bale, todos aún sin el alta médica pero en las últimas fases de sus procesos de recuperación. Más lejos de reaparecer siguen Asensio y el aragonés Vallejo.