El balón ya comenzó a rodar desde ayer en el histórico estadio Luzhniki de Moscú, pero la lista de huéspedes de este Mundial, por el momento, se halla huérfana de nombres de relevancia. Tan solo jefes de Estado o de Gobierno de países aliados del Kremlin, como Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán o Kirguizia, aceptaron la invitación del Kremlin para presenciar la ceremonia de inauguración y el primer partido de este Mundial. No faltó tampoco el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman. Su selección nacional se enfrentaba con Rusia, el equipo anfitrión, en la primera jornada del campeonato y cayó con estrépito por un contundente 5-0.

Muchos de los mandatarios que asistieron al encuentro inaugural ni siquiera superaron la fase clasificatoria del Mundial. Es el caso de Evo Morales, de Bolivia, o Paul Kagame, de Ruanda. De cara a fases posteriores, seguras son ya las ausencias de representantes del Reino Unido, Australia o Polonia, países todos ellos clasificados y con los que Moscú mantiene unas tirantes relaciones que han empeorado sustancialmente en los últimos meses debido a polémicas como el derribo de un avión de pasajeros en Ucrania o el intento de envenenamiento de un agente ruso en Londres. España, Francia o Alemania, por su parte, solo se plantearían enviar a Rusia a sus máximos mandatarios si sus combinados superan la fase clasificatoria y avanzan en el torneo, así que por el momento su presencia no llegará en esta parte inicial del torneo.

Pese al boicot político, el presidente Vladímir Putin se mostró durante toda la ceremonia relajado y sonriente. Lo había hecho tanto en estos últimos días, a la hora de recibir a las delegaciones visitantes en el Kremlin, como lo repitió en el momento de pronunciar su discurso inaugural en el principal estadio de Rusia. «¡Doy la bienvenida a todos los huéspedes al legendario estadio Luzhniki de Moscú!», jaleó el dirigente ruso, entre los vítores de los 80.000 espectadores presentes en la fiesta inaugural. «Felicito a la gran, multinacional y muy unida familia del fútbol, en el arranque del más importante torneo del planeta», continuó.

Como viene siendo habitual, la ceremonia inaugural fue de escasa duración, menos de 30 minutos se prolongó, mucho más sencilla a lo que se estila en las citas olímpicas, y estuvo protagonizada por cantantes populares. En esta ocasión fue el británico Robin Williams, quien interpretó algunos de sus temas más famosos como ‘Let me entertain you’, o ‘Angels’, en ocasiones acompañado por la soprano rusa Aida Garifullina, en la actualidad una de las estrellas de la Ópera Estatal de Viena.

El britanico se abstuvo, eso sí, de interpretar otro de sus temas más célebres -’Party like a Russian’ (Pásatelo bien como un ruso)- cuya letra, a buen seguro, no hubiera sido del agrado de sus anfitriones: «Pásatelo bien como un ruso, seducción de discoteca, pásatelo bien como un ruso, hazlo como un oligarca», reza el estribillo.

CON CASILLAS

El momento culminante del acto lo protagonizó, minutos antes del inicio del encuentro, el jugador español Iker Casillas, uno de los integrantes del equipo que se impuso en el Mundial del 2010 en Suráfrica. que es la única estrella que tiene La Roja. Este hizo su entrada en el estadio Luzhniki acompañado de la modelo rusa Natalia Vodiónova acarreando el trofeo de oro de 18 kilates, asentado sobre una base de malakita, que representa a dos figuras humanas sosteniendo el planeta Tierra.

Dentro de un mes, exactamente el 15 de julio, el capitán de una de las 32 selecciones clasificadas alzará, en este mismo escenario, la copa que les acreditará como campeones del mundo del deporte-rey. El mundo del fútbol vive su mes más frenético, los días donde todo el universo del balompié tendrá la mirada puesta en Rusia, desde donde de momento a Putin se le sigue viendo demasiado solo.