El Real Zaragoza inicia la segunda vuelta del campeonato en el furgón de cola y contra el Deportivo en Riazor. Si al principio de la temporada se intuía que la salvación iba a ser su meta lógica, al paso del ecuador de la Liga se sabe a ciencia cierta que deberá luchar y mucho para evitar el descenso. De los últimos siete partidos tan sólo ha ganado uno, en Pamplona y de penalti, y en la recta final de la primera ronda el trivote (en este caso tres centrocampistas defensivos) ha sido el gran y triste protagonista de un equipo que no sabe atacar y que por eso intentó defenderse por todos los medios hasta comprender que ése tampoco era el camino correcto. En la más peligrosa de las encrucijadas, el conjunto aragonés busca aún su identidad con bruscos giros tácticos, lo que es un pésima señal a estas alturas, y el cuerpo técnico, por el momento, ha sido incapaz de refozar a una plantilla insuficiente. Y hoy espera un enemigo gigante, casi inalcanzable.

El Deportivo ha frenado en sus dos últimos compromisos. En la Liga empató en casa con el Racing, y el Atlético lo apeó de la Copa del Rey. Hace una semana, el Real Zaragoza acudía ilusionado al Camp Nou para enfrentarse al peor Bar§a de la historia y se fue manteado. Por eso la minicrisis de uno de los mejores equipos europeos, el de Irureta, no sirve de referente para pensar que el mal ajeno puede ser un trampolín para creer a ciegas en la victoria. La continuidad en la Copa y el consiguiente beneficio anímico favorecen a un grupo de jugadores a quien le afecta el vuelo de una mosca, pero es complicado hallar argumentos de mayor peso para contrarrestar el incuestionable papel de favorito que representará esta tarde el Deportivo.

DIFERENCIA SIDERAL La diferencia entre unos y otros es sideral, sin hablar, por supuesto, del impresionante catálogo que posee Irureta para solventar un contratiempo. En el partido de ida no le funcionó Tristán, sacó a Pandiani y éste marcó el tanto de la victoria. En la alineación que pondrá sobre el césped aparecerán Tristán, Valerón, Sergio, Mauro Silva, Víctor, Luque, Andrade, Capdevilla... Asusta la constelación, menos brillante que la del Madrid, por ejemplo, pero de una variedad de recursos individuales que encajan a la perfección con el espíritu colectivo que les ha impregnado su entrenador. Su homogeneidad es muy superior a la del Madrid, y sólo comparable a la del Valencia.

Paco Flores, desestimada la inyección de una tonelada de colágeno para hinchar la medular, revolverá en el fondo del cajón, aunque poco, para hacer que salte la sorpresa. Todo se parecerá mucho al partido de Copa jugado en el Ruiz de Lopera, y sólo mantiene alguna duda en dónde ubicar a Savio, quien regresa tras recuperarse de su lesión. Si el brasileño actúa de enganche, lo que suena atractivo y muy natural, será Vellisca el que ocupe la banda izquierda; si, por contra, Savio continúa condenado al carril zurdo, Corona hará de enlace con Villa. El problema está en el descomunal desequilibrio que se puede producir en el eje creativo, donde Ponzio y Generelo van a luchar en clara desventaja.

No existen motivos para la esperanza salvo el capricho intrínseco al fútbol y la urgente necesidad de ganar de un Real Zaragoza solo y sin red para la caída, de un equipo que deberá correr en lugar de andar por el alambre de la permanencia, que se ha puesto muy cuesta arriba.