El agua llegó a Zaragoza tras muchos días de sequía. Lo hizo con fuerza para dejar La Romareda casi impracticable en algunas zonas, con un drenaje que no es el de antaño. Eso fue lo único que cambió en la vida del Real Zaragoza y de Natxo González, a los que el año nuevo no les ha traído buenas noticias. Todo sigue igual de gris. Guti, con un gol estupendo, salvó un punto ante un Barcelona B que solo jugó a ratos y que quizá mereció salir derrotado, pero a estas alturas de curso, con la primera vuelta ya consumida, cada vez queda más claro que el conjunto zaragocista no le gana a casi nadie, que tiene unos déficits estructurales terribles, como la falta de gol, mucho más sin Borja Iglesias, y los errores defensivos y que, salvo cambio drástico o revolución en enero, que de momento el club asegura no contemplar, apunta a una temporada discreta, con la permanencia como único objetivo.

El empate deja en una posición de mayor debilidad al técnico, que parece que pasará su examen definitivo ante el Tenerife, pero cada vez está más claro que su Zaragoza, que sigue a tres puntos del descenso y muy lejos, a distancia sideral, a los de arriba (a 10 puntos del sexto clasificado), no funciona, que tiene poco, pero que el entrenador todavía ha rebajado más en su nivel. Ante el Barcelona B volvió al carrusel de cambios, con hasta seis con respecto a Valladolid y con protagonismo de la cantera (Delmás, Lasure, Pombo y Guti), pero el Zaragoza, que fue mejor en algunos tramos, sobre todo en la primera parte, se topó con sus terribles problemas en ataque, donde es obvio ya que Vinícius no es una solución de gol.

Planteó Natxo el mismo esquema que en Albacete, un 4-1-4-1 con Eguaras como eje por delante de la zaga, con Guti y Ros por dentro y con Papu y Pombo en las alas. El partido, muy mediatizado por la lluvia y por un césped que convertía en algo irracional casi cualquier balón, comenzó con dominio del Barcelona, sostenido en Aleñá y Oriol Busquets y afilado en Abel Ruiz, que pronto dejó claro a Delmás que iba a ser su pesadilla en el diluvio.

Con la afición buscando cobijo en las zonas más altas de la grada, el Zaragoza encontraba bien los espacios en ataque, con Pombo activo y Eguaras clarividente. Una buena apertura de Papu acabó en un disparo al palo de Pombo y Vinícius también la mandó a la madera tras un envío del canterano, de lo mejor en la primera parte para bajar después.

En el Barça el peligro llegaba por el flanco de Abel Ruiz, sobre todo en una pared con Vitinho, pero el Zaragoza, con el esfuerzo de Guti y Ros y el buen manejo de Eguaras, se adueñó del balón y del juego. Vinícius, un delantero de movimientos interesantes y sin gol, tuvo una muy clara que envió fuera tras un córner y Papu remató sin acierto tras una buena acción de Pombo. Está claro, este Zaragoza no tiene gol.

Pombo lo rozó tras el rechace de Ortolá tras una buena acción de Vinícius y un disparo de Papu y era ya palmario que el Zaragoza merecía ir ganando. No lo hacía, sin embargo, para que quede claro que este equipo necesita refuerzos arriba. Bueno, en todas las líneas más bien.

BAJÓN TRAS EL DESCANSO / Un despiste de Delmás al no ir a por un balón que frenó el agua pudo dar ventaja al Barça B antes del descanso, pero Galarreta disparó mal y Aleñá, peor. Tras el intermedio, el Zaragoza salió frío y dejó dominar al Barcelona en las zonas donde es más peligroso. Un mal remate de Abel Ruiz fue el aviso y también disparó horrible Papu tras gran acción de un Guti cada vez más crecido. Pero el enésimo desajuste de la temporada trajo el gol. Aleñá dibujó la jugada y Abel Ruiz desnudó a Delmás para batir a Cristian.

La derrota era trágica para el Zaragoza, que veía abrirse más el infierno y Gerard quiso conservar la renta con la salida de Palencia por Vitinho para jugar con tres centrales. A la desesperada, Natxo movió piezas, dispuso un rombo en la medular con la entrada de Febas y con Pombo y Vinícus como dúo de ataque.

No llegó el empate por ese cambio, sino porque Guti se sacó desde fuera del área un tremendo disparo tras recortar a Oriol Busquets cuando peor pintaban las cosas para el Zaragoza. Con las tablas, Natxo buscó más fútbol con Buff y retiró a Vinícius, una medida cuestionable, porque el campo no estaba para el suizo. El Zaragoza, sin ideas en ataque, se atascó y el Barça B quiso guardar un empate que estuvo a punto de perder. Grippo, en un córner, mandó al limbo la oportunidad de ganar en los últimos minutos, con el Zaragoza ya exhausto por el esfuerzo y sin la recompensa de la victoria para aumentar la colección de sombras de este curso. Las de ayer, bajo el agua.