Los interesados en convertirse en acreedores del Real Zaragoza SAD podrán pujar en breve por una deuda de 9.090.416 euros, uno de los pocos activos con los que contaba la empresa Praleya, cuyo proceso de liquidación ya tiene luz verde definitiva. Según aparecía publicado anteayer en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME), el titular del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Zaragoza, Juan Pablo Rincón, ha aprobado defintivamente el plan de liquidación de la sociedad.

La sociedad desaparecida, uno de cuyos propietarios era el exmáximo accionista del Zaragoza, Agapito Iglesias, cuenta con dos activos principales: la deuda de la sociedad deportiva --generada a raíz de una operación con una tercera empresa del magnate soriano, Codesport-- y un terreno en Miralbueno, en una zona no urbanizada por el momento. Los propietarios lo valoraban en unos ocho millones de euros, mientras los administradores concursales lo rebajaron a cinco.

SUBASTA Los interesados podrán pujar en breve por ambos efectos, y pagar lo que consideren que puede valer en la actualidad, o a futuro, una deuda de tal calibre del Real Zaragoza. O un terreno que, en un futuro, pudiera ser urbanizable.

Al tratarse de deudas entre empresas participadas por el mismo dueño, el crédito de Praleya --que la convertía en la mayor acreedora comercial de la SAD, y solo por detrás de Hacienda y el Shaktar Donestsk a nivel general-- fue declarado deuda subordinada por los administradores concursales.

Es decir que, según fuentes consultadas, quien adquiera la deuda se colocaría a la cola de los acreedores, por detrás de los preferentes --como Hacienda-- y los de carácter ordinario.

Esto significa, por un lado, que en una hipotética liquidación sería difícil que llegasen a beneficiarse de algún activo del club. Pero por otro, que si los anteriores en la jerarquía de cobradores rechazasen lo que les tocara --lo que, tal como está la sociedad, no sería tan extraño--, el propietario de esta deuda podría optar por convertirlo en capital social, dado que se trata de un crédito participativo, al estilo del aval de la DGA.

Siempre hipotéticamente, quien adquiera la deuda, por la cantidad que puje, y si nadie estuviera interesado en cobrar con los activos que le queden a la Sociedad Anónima, podría escoger transformar la deuda en acciones y pasar a manejar, virtualmente, el Real Zaragoza.