Emoción contenida y cautela. El Bantierra Fénix Rugby está sentando las bases (desde hace años) para acometer el ansiado ascenso a la máxima categoría. Nunca ha sucedido con un equipo aragonés y el conjunto zaragozano se encuentra encaminado hacia ese sueño. Lo logrará, solo falta saber cuándo.

El equipo dirigido por Jorge Molina acaba de comenzar la segunda vuelta. Con victoria, por supuesto. Suma once triunfos y tan solo una derrota, por lo que es el líder destacado del grupo B de la División de Honor B. La pasada campaña acabó entrando en el playoff de ascenso, pero el Aparejadores Rugby Burgos se cruzó en su camino.

La buena campaña que lleva el equipo aragonés no es casualidad para nada, pero sí que a Moli le ha sorprendido, un motivo más de orgullo: «Estar arriba sí, pero tan arriba nos ha sorprendido un poco. Nos habíamos marcado por primera vez el objetivo del playoff y nos estamos sorprendiendo», comenta el técnico.

Jorge vive el rugby. Nació en Zaragoza, pero pronto su familia se trasladó a Valladolid, una de las grandes cunas de este noble deporte. Llegó al Bantierra Fénix hace cuatro años y, desde hace dos, ejerce de jugador y entrenador. Por todo ello, «ser la persona que dirija al Fénix en campos míticos de Primera sería una gozada y un sueño».

Lo mejor de que el primer equipo vaya tan bien y esté en disposición de acometer el ascenso, es el «efecto llamada»: «El equipo y el club van creciendo y madurando. Hay más gente en el campo, más personas del club se deben implicar y más chavales que juegan en las categorías inferiores», afirma. Además, añade, «muchos jugadores son más maduros y están más concentrados. Querían jugar y divertirse sin tanto trabajo extra, pero para ganar saben que necesitan una disciplina fuera del campo».

Uno de los grandes secretos, además del trabajo constante y las ganas de mejorar que tiene el equipo, es que «quedamos a menudo entre todos y somos más amigos que compañeros», cuenta Liviu, el capitán. Él tampoco se esperaba que a estas alturas del campeonato fueran a ir primeros, pero llegados a este punto el objetivo es «terminar en la misma posición, no perder ningún partido y, si se puede, ganar la fase de ascenso». Moli es más precavido y reconoce que la meta es «volver a disfrutar de la promoción y una vez dentro marcarnos pequeñas metas, como mejorar los resultados del año pasado».

Liviu lleva una década jugando en el Bantierra Fénix, «desde que estaba en Regional». Por ello, está especialmente orgulloso de lo logrado: «Ver cómo crece el equipo y estar entre los que están logrando que siga subiendo es una pasada y un sueño». Lo mejor es lo que está por venir, porque el crecimiento del Fénix es imparable, como los jugadores. Pronto, en la élite.