En los inicios es complicado distinguir entre la pasión y la vocación. Lo es en el deporte base y también lo fue para la mayoría de deportistas que han alcanzado la alta competición. Comienza siendo una afición, que compartes con la familia y los amigos y cuando eres consciente, ya has crecido, te miran y te miras, tienes una responsabilidad y un camino al que no puedes renunciar. Estos son los pasos que siguió Begoña García (Zaragoza, 1995) para situarse en la élite del hockey hierba nacional.

«A mí lo que me gustaba era jugar, en ningún momento me paré a pensar. Desde pequeña disfrutaba jugando y todavía lo sigo haciendo», afirma la aragonesa, que como tantas otras niñas empezó en el hockey por un simple impulso emocional. «Empecé con ocho años. Mi hermano mayor también jugaba, íbamos al mismo colegio y en esa época quieres ser y hacer todo lo que hace tu hermano», asegura entre recuerdos la zaragozana.

Como deporte minoritario, el hockey no tiene la exposición ni las oportunidades adecuadas para darse a conocer. Las chicas tienen que irse abriendo camino a base de golpes, de stick propiamente, y no es fácil poder disfrutarlo. «Jugué en el colegio con algunos compañeros de clase, casi todos se fueron quitando y me apunté al Zaragoza donde tenía que jugar con chicos. Hasta una cierta edad puedes competir en equipos mixtos pero luego ya no puedes jugar cuando cumples una edad», lamenta Begoña, que tomó la decisión de seguir adelante por una pasión que empezaba a ganarle. «Mi entrenador conocía a un técnico de Valencia que dirigía un equipo de chicas y me marchaba los fines de semana a jugar a Valencia. Con 17 años hice el cambio a Madrid. Irte de casa siempre cuesta los primeros meses pero lo tenía muy claro, yo quería jugar, entrenar y competir en un equipo de hockey y no dudé en ningún momento en quedarme», asiente la zaragozana.

Su vida se dividió entonces entre el SPV Complutense y sus estudios de arquitectura. De los entrenamientos a clase y de los exámenes a los partidos El deporte de máxima competición, ni más ni menos, exige un esfuerzo de enorme entrega. «Esa vida de ir con los amigos de la universidad no la he tenido porque siempre tengo que ir corriendo a clase o a algún entrenamiento. Les pediría a los profesores que nos ayudasen de verdad y nos tratasen de forma diferente porque no somos uno más de sus alumnos y lo tenemos bastante difícil para compaginar todo», reclama la aragonesa.

Con el cambio de equipo al Club de Campo empezó a conseguir títulos y galardones. Campeona de Liga, de Copa, Europeo de clubs de segunda categoría o mejor jugadora de la Final Four. Y por fin llegó el premio de la selección. «Tenía el sueño de jugar en la selección y disputar unos Juegos Olímpicos, es algo especial, junta a todos los deportes, a todos los países… Conoces a muchos deportistas, a muchas personas, te interesas por otros deportes y por cosas que no has visto nunca», manifiesta Begoña García, que fue una de las más jóvenes en competir en Río-2016. «Brasil fue muy alocado, lleno de disfraces y de mucho calor. Para casi todas era algo nuevo pero para nosotras en especial fue increíble todo lo que vivíamos», asegura, ya que, con un octavo puesto, la historia de este equipo no había hecho más que comenzar.

Durante los siguientes años continuó acumulando títulos. En 2017 fue premiada como mejor deportista en la Gala del Deporte Aragonés. Empezó a ser habitual en las convocatorias y a viajar por todo el mundo. Brasil, Australia, Argentina... el equipo comenzó a labrarse un carácter y un nombre en las competiciones. El pasado verano, la selección se alzó con el bronce en el Europeo antes del inicio del año olímpico.

«Es un año muy ajetreado. Acabamos de volver de los entrenamientos en Granada, estuvimos en Argentina jugando partidos amistosos y ahora teníamos unos meses de Liga e íbamos a seguir haciendo concentraciones hasta que llegó la crisis del coronavirus», afirma Begoña. Arrancó de la mejor manera con un gol suyo para la clasificación de Tokio 2020 en el Preolímpico ante Corea. «No piensas en ese momento quién ha metido el gol. Luego te das cuenta y estás muy contenta de haber ayudado un poco más».

Si se disputa, Tokio será la prueba de fuego de su sueño. «El grupo está muy consolidado y nos entendemos bien. Estamos deseando que llegue el día. Hay mucha igualdad; Holanda, Alemania, Australia… Será difícil pero debemos seguir así y luchar por una medalla», concluye Begoña García.