—Sigue recordando el castellano, parece que no haya pasado el tiempo.

—Y eso que no lo uso habitualmente. Aún me acuerdo de hablar en castellano, es que pasé cinco años en Zaragoza y acabé hablando bastante bien. Ha pasado tanto tiempo que se me ha olvidado un poco y ahora me cuesta. Por eso necesito practicarlo cuando tengo ocasión, no me gustaría olvidarme del español.

—Usted llegó a Zaragoza con 29 años, ¿qué supuso firmar con este equipo?

—Dese cuenta que para mí era la oportunidad de mi vida. Estaba en el AIK Solna y por muy bien que lo hagas nunca vas a imaginarte que te va a llamar un club importante.

—Pasó de jugar en la Liga sueca a poder codearse con las mejores figuras del mundo.

— ¡Es que suponía ir a un país de fútbol y a un equipo importante! Suena a tópico, pero para un futbolista como yo era todo un sueño poder jugar en el Real Zaragoza y enfrentarme a los mejores del mundo. Fue importante para mí porque ser un futbolista profesional con carrera en España era algo difícil de concebir.

—¿Cómo le trataron?

—Todas las personas que trabajaban en el Zaragoza me recibieron con los brazos abiertos y me acogieron con mucho afecto. Desde el cariño diario hasta la labor de buscarme un piso. Tanto yo como mi familia guardamos mucho cariño a la ciudad. Además la ciudad siempre estará junto a mí.

—¿Y eso?

— Mi hijo pequeño (Robin) nació en Zaragoza. En el hospital que hay al lado de La Romareda, el Miguel Servet. Que el chico naciera allí quiere decir mucho para mí, aunque no sabe hablar español. Es muy buen futbolista, está jugando en las categorías inferiores del AIK Solna.

— Su hijo mayor lleva más experiencia en el mundo del fútbol.

—Mi hijo mayor (Daniel) está jugando en el AEK Estocolmo. Estuvo cerca de ir convocado con la selección absoluta de Suecia, llegó a ser preseleccionado. Es un lateral derecho, como su padre.

—Aunque usted no solo jugó en el lateral diestro en Zaragoza.

—Me tocó jugar en todas las posiciones de la defensa. Txetxu Rojo me decía que si era un jugador profesional podía jugar en cualquier sitio. Yo estaba contento, porque para mí lo importante era jugar.

—Usted formó parte del equipo que casi ganó la Liga.

—Aquella temporada fue impresionante. Teníamos opciones de ser campeones de Liga, cuesta creerlo pero así fue. Era algo impensable aunque tuvimos muchas opciones de haberlo hecho realidad. Éramos un equipo de todos, cada uno se preocupaba por el otro. Cuando un grupo es como una familia todo es más fácil. Teníamos un equipazo. Kily González, Xavi Aguado o Milosevic. Él era especial.

—¿Cómo definiría a Savo?

—Creo que Milosevic ha sido el mejor futbolista con el que jamás he jugado. De esos que le veías jugar y ya sabías que lo iba a hacer bien. Era otro nivel.

—¿Tuvo una fuerte amistad con Milosevic?

—Estuvimos muy unidos en Zaragoza. Ahora no tengo contacto con él, es una pena. Ha cambiado mucho de móvil y me encantaría poder estar un día con Savo charlando. Siempre estuvimos en la misma habitación en los partidos fuera de casa. Era una de las personas más queridas.

—Usted también puede presumir de haber sido campeón de la Copa en el 2001.

—Recuerdo que lo decía siempre. Quería marcharme de Zaragoza habiendo conseguido un título. Jamás lo hubiera pensado. Era algo muy importante para mí y por la gente, para un jugador hay pocas cosas más bonitas que hacer feliz a tus aficionados.

—¿Cómo vivió ese éxito desde dentro?

—Yo no jugué, estuve en el banquillo. Pero la alegría fue inmensa, ganarle al Celta de Vigo de aquella época no era algo sencillo. Estuvimos de fiesta una semana entera, desde que llegamos a Zaragoza de Sevilla. Luego me fui a Suecia para celebrarlo aún mejor con mi gente. Después de la Copa teníamos vacaciones y me marché unos días a mi país. Fueron momentos felices.

—¿Recuerda la reacción de los aficionados?

—Fuimos en avión con nuestra gente y ya en el aeropuerto se veía gente. Todas las calles estaban inundadas de personas. Había pasión entre la gente por que el Real Zaragoza fuera campeón.

—Usted solo marcó dos goles con la camiseta del Real Zaragoza.

—Sí, solo dos, uno ante la Real y otro al Madrid. Además sirvió para empatar a dos contra ellos. Es una de esas historias que te guardas para el recuerdo, ¿quién no ha soñado con marcarle un gol al Madrid?

—¿Notó el cariño de todo el entorno zaragocista?

—Siempre he percibido ese cariño de la gente, me daban muchos ánimos y eso para un futbolista es importante. También desde la directiva. Soláns era muy buena persona. Tenía buena relación con él porque me hablaba en inglés. Entonces no sabía nada de español.

—¿Qué recuerdo tiene de aquellos años en los que el Real Zaragoza jugaba en competición europea?

—Todavía recuerdo esos partidos de Europa que jugábamos. Teníamos la obligación de rendir y dar una buena imagen ante nuestra gente. Sabíamos que el Zaragoza debía rendir en Europa, aunque no resultaba sencillo competir como deseábamos.

—Aquella eliminación en el 2001 ante el Servette de la Copa de la UEFA debió suponer un momento muy amargo.

— Lo fue porque hicimos una eliminatoria realmente mala. En La Romareda empatamos a cero y cuando acabó el partido recibimos una fuerte pitada. Luego perdimos en Suiza tras un partido horrible. Caímos en la segunda ronda, pero ahora lo piensas y lo daríamos todo por vivir esto ahora.

—En aquella temporada 2001-02 salió todo mal.

—Teníamos la sensación de que podíamos llegar lejos en la Copa europea. Pero el fútbol es así, no todo sale como uno pretende. Nos sentimos todos muy mal también cuando nos eliminó de Copa del Logroñés, y luego el descenso a Segunda. No estuvimos a la altura.

—Usted también ha sido un jugador relevante en la selección sueca.

—No sé si fui importante, pero tuve el honor de ser internacional en 30 ocasiones. Llegué a ir convocado con Suecia en la Eurocopa del 2000. Solo metí un gol con la selección, uno ante la selección de Thailandia.

—Por poco no llegó a coincidir con Zlatan Ibrahimovic en la selección absoluta.

—Sí, por poco no coincidí con Ibrahimovic. Pero nos conocemos. He hablado muchas veces con él. Date cuenta que Suecia es pequeña y al final nos conocemos todos los jugadores. Es muy buena gente, es un crack y una persona curiosa. Todo el mundo quiere hablar con él.

—¿Se sintió realizado con la camiseta del Zaragoza?

—Todos mis sueños de pequeño los he cumplido gracias a aquellos años en el Real Zaragoza. Jugar contra Ronaldo o Figo, eso es un recuerdo imborrable. Además, cuando te sientes querido es todo más fácil.

—Tras haber pasado cinco años de su vida y haber vivido tantas experiencias en Zaragoza, ¿se considera zaragocista?

— Gran parte de mi vida ha surgido en Zaragoza. Por eso tengo mi corazón dividido entre dos clubs; el AIK Solna y el Real Zaragoza. Estoy muy pendiente de lo que hacemos en Segunda.

—¿Sigue los partidos?

— Por supuesto. No veo los partidos, pero sigo la clasificación y todo lo que va haciendo el equipo. Ojalá podamos celebrar el ascenso. De verdad que miro cada fin de semana cómo van y cuando puedo me veo algunos vídeos. Sufro mucho, porque llevamos unos años muy malos. Tengo al Zaragoza dentro de mi corazón y eso me hace sufrir mucho. A ver si suben y fichan a mi hijo mayor, me gustaría mucho (risas).

—¿Ha vuelto alguna vez a pisar Zaragoza desde que se marchó?

—He estado tres veces en Zaragoza desde que me fui. Todavía sigo teniendo contacto con Pedro Herrera. Creo que la última vez que estuve en La Romareda fue hace ya cinco años. Me gustaría poder ir a los últimos partidos de Liga, pero me parece que va a ser imposible.

—Tiene hijos que están siguiendo sus pasos en el mundo del fútbol, ¿qué consejo les daría como veterano de esta profesión?

—Yo solo quiero darle a mis hijos lo que el fútbol me ha dado a mí. Apoyarles para que busquen siempre la mejor opción y que puedan disfrutar, porque es una profesión que hay que saber vivirla.