Con la llegada de la Vuelta a Madrid se dio por cerrado el telón a las tres grandes del panorama ciclista en el 2019. Ser capaz de aguantar los 21 días que dura la competición es un reto físico a la vez que psicológico al que están sometidos los deportistas de las dos ruedas. «El ciclismo es un deporte muy duro pero ya si se juntan tantos días de competición es algo extremo. Aunque al cuerpo le cueste arrancar acaba finalmente respondiendo y te hace reflexionar si tu límite lo pone la mente o el cuerpo», analiza detalladamente Fernando Barceló, que ya descansa en su Huesca natal después de haber completado su primera Vuelta a España.

El ciclista altoaragonés, de 23 años, ha dejado su huella por las carreteras españolas en un intento, exitoso, de mostrarse al resto del mundo. «Siempre podré contar que he acabado una grande pero no me he limitado solo a acabar, sino que he participado en fugas importantes. Me he visto competitivo y he superado momentos realmente difíciles que me han hecho crecer como deportista», afirma Barceló, que calificó su rendimiento como «excelente». Sin embargo, el oscense tuvo que superarse a sí mismo antes de llegar a Madrid después de que un resfriado y una caída le jugaran una mala pasada en las etapas de Guadalajara y Navacerrada. «Fueron situaciones de estar muy atrás del resto de la carrera y siempre estaba pendiente del tiempo porque iba al límite del fuera de control. El cuerpo no me reaccionaba y me preguntaba que, si llegaba a meta, iba al día siguiente aguantar el ritmo del pelotón», desmenuza Barceló.

Aunque estos últimos días de carrera fueron muy duros, Barceló fue uno de los ciclistas más inquietos dentro del pelotón y participó en tres fugas. La primera llegó en la octava etapa, donde logró meterse en la escapada. Sin embargo, la fatiga acumulada le impidió competir el esprint y acabó octavo en Igualada.

El del Euskadi Murias rozó la gloria en Bilbao cuando cruzó la meta en tercera posición

Después, en Bilbao, rozó la gloria tras mantenerle el pulso en la fuga a Phillipe Gilbert, pero el golpe de autoridad del belga en Arraiz dejó al del Euskadi Murias sin opciones de victoria y alcanzó la meta tercero. «Fue realmente increíble estar a la rueda de Gilbert y sobre todo el ambiente que se vivió en el último puerto», señala Barceló acerca de su mejor momento en esta edición de la Vuelta. El altoaragonés lo intentó por última vez en La Cobertoria en un grupo junto a Luis León Sánchez o Fuglsang y quedó duodécimo a 3.49 del vencedor. «Me quedo con la espinita de no haber luchado un cuarto día por una victoria de etapa», señala ambicioso Barceló.

A pesar de su bisoñez, el corredor se ha hecho un hueco entre los mejores y ha cumplido las expectativas que había despertado en categoría sub-23. «Cuando tengo el día bueno y elijo bien el momento tengo posibilidades de ganar aunque sé que es muy complicado. Todavía tengo que pulir muchos detalles para que un día pueda cruzar la meta en primer lugar», concluye el oscense acerca de su evolución antes de admitir que volverá pronto a subirse en la bicicleta.