Decía Pacheta que no creía que fuese imposible ganar al Barcelona. Porque es megasuperimposible. O Super Messi Imposible. Y claro que ganar en el Camp Nou es una opción real, que ha pasado y pasará. Pero tendrá que ser otro año, ojalá el que viene, que eso dirá que el Huesca sigue en Primera. Porque lo mejor de esta jornada lo dieron los demás, los otros torpes que permiten que la permanencia esté a cuatro puntos, renta que no se acortó, pero deberá acortarse mucho en las próximas tres jornadas (Osasuna, Levante y Elche) en la verdadera liga que no era la de este lunes.

El Huesca planteó el partido asomándose al abismo del presupuesto económico. Siendo realista dirán muchos o siendo cobarde argumentarán los menos. Porque tanto miró las cuentas que se creó pequeño pequeñito pequeñajo, casi diminuto, un gnomo sin gorro o un hobbit en el país de los jíbaros. Porque él mismo se redujo a su mínima esencia para maximizar sus reducidas esperanzas ante el gigante que tenía delante.

En esta táctica se olvidó muy conscientemente de presionar como suele hacer, de intentar encimar la pelota para evitar los desbordes que provocasen superioridad que le matasen. Se acostó en tres líneas defensivas, juntitas como dos buenos amantes. Metió toneladas de cemento por el centro y elevó un bosque de piernas en las que debían rebotar los intentos de pases entre líneas.

Porque esa invitación no es nada nuevo con lo que el Barcelona no haya lidiado en los últimos setenta milenios. Y nada que no pueda solucionar con el brillo de sus estrellas. Con un par de ráfagas pulverizaron la intención de Pacheta de resguardarse entre la cobardía, la inteligencia y el recuerdo de esas sorpresas que jaleaba en la previa. Porque el resto fue el toque y toque del Barcelona (76% posesión antes del descanso y 833 pases al final) con un adversario a la espera, reduciendo los errores, las pérdidas que pudieran precipitar un desencadenante penoso.

Con este achique quedaban tres maneras para agujerear a Álvaro: triangulaciones a la luz del rayo, quebrar con la sorpresa o probar desde la media distancia. Y con estas tres el Barcelona construyó dos goles y dos impactos en el travesaño en 45 minutos.

Tuvo que ser Messi quién indicara el camino en el partido en el que se convertía en el azulgrana con más presencias en la historia. Como celebración se adelantó en el control a un barrido de Pulido. Siovas no encimó, como tenía ordenado, y el argentino acomodó su zurda para pelar un platanito teledirigido hacia el travesaño de Álvaro. Imposible llegar hasta allí. Casi imposible poder puntuar. Vaya golazo. Vaya jugadorazo.

Pero es que el Barcelona tiene más. Porque cuando Griezmann vio que les dejaban enfocar el tiro a la escuadra y fabricó el 2-0 de la misma factura: chutazo a la misma escuadra desde fuera del área. Un botín que podría haber sido peor si De Jong, apareciendo jugando de líbero, acierta al calibrar la puntera entre Insua y Siovas, o Jordi Alba resuelve un tiralíneas con Messi y Griezmann. Ambas acciones terminaron en el larguero para sosiego oscense.

Cuando todo parecía hecho se abrió en el cielo un rayito de esperanza. Breve. Una salida perfecta de Escriche y Maffeo a la contra tras un córner rival propició un penalti justito de Ter Stegen sobre Mir, que este transformó en su octavo tanto de la temporada. Era el tercer disparo del Huesca en una primera parte jugada en su tercio defensivo del campo.

El 2-1 no cambió mucho. Tampoco la debilidad oscense en el balón parado. Otro fallo en la marca por zonas permitió a Mingueza estrenarse como goleador azulgrana y finiquitar el partido de cabeza y demasiado solo.

La sentencia permitió al Huesca estirarse, tener alguna mínima aproximación (cinco disparos más), la más clara de Mir rematando con el pecho un balón que debía empujar. Al Barcelona le dejó tiempo para recular metros en busca del espacio desde el que ser más peligroso, así marcó Messi en el descuento, y acumular cambios, mientras aseguraba una cómoda victoria que le coloca a cuatro puntos del Atlético. Algo posible. La misma distancia que tiene el Huesca hacia una salvación que ojalá no sea tan megasuperimposible como ganar en Barcelona.

Barcelona: Ter Stegen, Dest (Ilaix, min. 68), Mingueza, Lenglet, Alba, Busquets, De Jong (Araujo, min. 62), Pedri (Riqui Puig, min. 84), Messi, Dembélé (Braithwaite, min. 84) y Griezmann (Trincao, min. 68).

SD Huesca: Álvaro Fernández, Maffeo (Pedro López, min. 77), Pulido, Siovas, Ínsua (Vavro, min. 77), Galán, Doumbia (Seoane, min. 59), Mikel Rico, Ferreiro (Ontiveros, min. 77), Escriche (Sergio Gómez, min. 59) y Rafa Mir.

Goles: 1-0, min. 12, Messi. 2-0, min. 35, Griezzmann. 2-1, min. 48, Rafa Mir, de penalti. 3-1, mi. 53, Mingueza. 4-1, min. 90, Messi.

Árbitro: Cordero Vega (comité cántabro). Tarjetas amarillas a los locales y a los visitantes Escriche e Insua.