Mañana llega la Copa del Rey y con ella el inagotable y recurrente debate sobre qué le conviene al Real Zaragoza siendo como es un equipo de Segunda División, como si pasar una ronda más o una ronda menos tuviera alguna incidencia en el resultado final de la temporada. Al final, los profesionales, que son los que juegan, siempre salen al campo a ganar. Eso es lo que harán también mañana contra el Deportivo. A ningún futbolista de los que Imanol Idiakez alinee le apetecerá comerse el plato de la derrota. Si el equipo consigue la victoria, adelante y bienvenida, que los triunfos nunca sobran. Si cae eliminado, nadie derramará lágrima alguna.

El debut en la Copa es un buen momento para medir la amplitud de la plantilla del Real Zaragoza, más profunda, con más recursos, posibilidades y riqueza que ninguno de los años anteriores. Si quiere, Idiakez puede formar un once de suplentes con muchos jugadores con capacidad suficiente para ser titulares de manera categórica o para coger el testigo de algún futbolista principal y ofrecer un rendimiento temporal constante y asegurado. Papu, Soro, Eguaras, Álex Muñoz, Delmás, Buff, Aguirre, Nieto, Perone, Ratón o, por ejemplo, Pep Biel.

Basta con recitarlos para verificar que la segunda unidad de este Zaragoza es harina de otro costal y nada tiene que ver con la de ejercicios pasados, con Guti y Toquero todavía fuera de órbita. Luego está el caso singular de Medina, por el momento el jugador más descabalgado, en proceso de adaptación pero cuyo nivel no ha sido el mínimo en sus apariciones. Muchos suplentes titulares y el regreso de Natxo González, alicientes atractivos y picantes para una noche de Copa, siempre hermosa.