Los inventores del fútbol. Y Croacia. Un duelo nunca visto en una semifinal de un Mundial (20.00 h.). En el estadio moscovita de Luzhniki se cruzan la vieja (y nueva) Inglaterra de Southgate ante la selección de Modric y Rakitic. O Rakitic y Modric. El orden de los factores no altera el bello producto. Juega toda Inglaterra un partido que no disputaba desde hace 28 años, mientras los croatas se asoman al encuentro que disputaron, y perdieron, hace 20 años cuando Thuram, un defensa con alma de delantero, firmó dos goles para superar el tanto de Suker y frustrar el sueño de una generación camino del Mundial que acabó alzando la Francia de Zidane.

En Moscú, dos países europeos. En realidad, dos mundos. Esa emergente Inglaterra de Southgate, en la que se aprecia el método de Pochettino en el Tottenham y las revolucionarias ideas de Guardiola en el City, ha ido derribando viejos y ya gastados conceptos como esa falta de competitividad que les castigaba desde hace muchas décadas. Inglaterra tiene un tesoro en las acciones a balón parado: ocho de los once goles llevan esa firma.

Cuatro nacieron a la salida de un córner, con ese famoso trenecito, que forman los ingleses, uno llegó tras una falta y tres de penalti. A sus 47 años, Southgate, ha dado con la tecla en el balón parado. La búsqueda del espacio, el bloqueo necesario y, sobre todo, estar todos lo más junto posible antes del lanzamiento.

Si Southgate cambió Inglaterra, algo parecido hizo Zlatko Dalic, su colega croata de 51 años. Llegó a un partido de acabar la fase de clasificación, obligado a garantizar la repesca, y lo hizo contra Grecia (4-1 y 0-0), lo que le abrió la puerta de Rusia prácticamente en la última curva. «Es increíble estar en semifinales, pero no queremos parar aquí», proclamó el azulgrana Iván Rakitic. Modric y Rakitic dirigen a la nueva Croacia guiada por un técnico desconocido más allá de su país, al que equiparan a Miroslav Blazevic, la leyenda que llevó al equipo de Boban, Suker, Jarni y Prosinecki a la semifinal de 1998.