Rubén de la Barrera es uno de esos casos atípicos en el mundo del fútbol. Con 19 años, una vez terminó su etapa juvenil, el gallego decidió optar por su verdadera pasión. Los hay que siguen ligados a la pelota a ras de césped como jugadores, otros optan por el silbato, pero Rubén encaminó su futuro al banquillo y comenzó a formarse. Hoy, con tan solo 33 años, ha logrado progresar sin descanso hasta la Segunda División y gracias a su trayectoria y a los réditos obtenidos ha conseguido ganarse el respeto en un mundo tan resultadista como es el de los entrenadores. Es un talento precoz.

Se trata de un técnico calificado como «alegre» por su estilo de juego. No le gustan los equipos sosos ni defensivos, si bien es cierto que en el Guijuelo, motivado en gran medida por las dimensiones y características de su campo, hizo de la solidez de la retaguardia una de sus grandes virtudes. Esta temporada la Cultural Leonesa es el tercer equipo más goleado de la categoría con 52 goles en contra, solo superado por el Lorca (53) y el Córdoba (54), pero también sabe marcar goles. Ese juego alegre y vistoso le ha llevado hasta la Segunda División, pero también le puede hacer descender a la categoría de bronce.

Comenzó en los banquillos fogueándose en modestos clubs de su Galicia natal como el Arteixo o el Montañeros de La Coruña, para pasar después al Villaralbo de Zamora, conjunto al que llevó de forma sorprendente a jugar dos fases de ascenso a Segunda B. Se tomó un año sabático para ver más y más fútbol y firmó con el Guijuelo de Salamanca. Allí verdaderamente se comenzó a hablar de Rubén de la Barrera. Con 28 años llevó al humilde club al playoff a Segunda tras clasificarse cuarto y fue eliminado por un Leganés que acabó subiendo. En aquel equipo jugaban el zaragozano Óscar Valero y un joven Ángel Martínez, ahora en el Zaragoza.

Mejor que Emery

Tras su buena campaña fichó por el filial del Real Valladolid, donde consiguió una holgada permanencia con 52 puntos. En el club blanquivioleta se comenzó a ver el toque de De la Barrera y su estilo de juego, ya que terminó como el cuarto equipo más goleador y el quinto más goleado. Partidos alegres, como ahora. Volvió al Guijuelo para intentar repetir la proeza, pero quedó sexto y justo por encima de la Cultural. Tras cuatro décadas sin pisar la categoría de plata, la propia Cultural le contrató para volver a Segunda. Y logró su cometido.

El juego ofensivo, la gestión de los grupos humanos y la intensidad en los entrenamientos y en los partidos son las principales señas de identidad de un técnico que quiere seguir progresando y creciendo para entrenar en Primera y seguir los pasos de otros técnicos que de forma precoz llegaron a la élite. Uno de los ejemplos más célebres es el de Unai Emery, preparador de primer orden mundial que, eso sí, consiguió su primer ascenso a Segunda un año más mayor que Rubén de la Barrera. Tampoco hay que olvidar a otros como Francisco, Gerard López o Diego Martínez, entrenadores que con menos de 40 años saben lo que es dirigir en el fútbol profesional. Solo el tiempo definirá el destino de De la Barrera, que mañana no se sentará en el banquillo por una sanción de cuatro partidos por tocar el balón dentro del campo.