El movimiento es relativo. Por ejemplo, si un objeto no se mueve y los de alrededor sí, la sensación es de retroceso. El CAI Zaragoza continúa en el mismo sitio pero acumula tres derrotas en los cuatro últimos partidos mientras sus rivales directos han ido sumando, se mantiene sexto con 16 triunfos pero después de haber dejado pasar la oportunidad de avanzar en las últimas jornadas, después de caer ante el Unicaja en casa y ver cómo los malagueños se alejan mientras se acercan Laboral Kutxa, Cajasol y Joventut. Ayer cedió ante el Unicaja, cuarto clasificado, más plantilla, más presupuesto, licencia de Euroliga... pero volvió a caer sin opciones reales de triunfo en los momentos decisivos. Y así no se avanza.

Al equipo aragonés se le escapó el triunfo en el tercer cuarto. Hasta entonces había competido, después puso toda la fe para intentar remontar pero ni en domingo de resurrección consiguió el milagro. Más bien, el Unicaja le hizo la pascua. Los malagueños hicieron bien lo que se esperaba de ellos, lo que el CAI esperaba de ellos, mantuvieron su media de rebotes ofensivos, manejaron bien el balón, defendieron con toda la dureza que le permitieron los árbitros --el reparto de personales fue bastante curioso toda la mañana, ocho más les señalaron a los locales, 27 veces acudieron al tiro libre los visitantes por solo 9 el CAI-- y supo jugar el tramo final con más aplomo. Lo bueno del CAI es que todos suman, todos son importantes. Lo malo para el CAI es que cuando eso no sucede, todo es cuesta arriba.

La primera parte resultó igualada porque el CAI controló el rebote y mantuvo a raya el potencial ofensivo del Unicaja. Dominó incluso el equipo aragonés tras un primer cuarto de artificio en el que anotó siete triples y una sola canasta de dos, una situación anormal que no podía prolongarse los 40 minutos. De hecho, el CAI ya no volvió a anotar de tres hasta el último cuarto, aunque siguió intentándolo como en sus mejores tardes. El equipo aragonés fue compensando su juego conforme se crecía Norel ante Vázquez. Primero dominó el gallego, después se impuso el holandés. Y el CAI respiraba.

EL APAGÓN En cinco minutos se acabó todo para el equipo aragonés. Del 51-52 que registraba el marcador en el minuto 25 se pasó al 53-66 al término del tercer cuarto. Cinco minutos en los que el equipo local solo fue capaz de anotar desde el tiro libre, negado como estaba ya desde los 6,75. Sin producción ofensiva, el Unicaja le dio la puntilla afianzándose en el rebote, atacando y atacando hasta en tres oportunidades en una misma jugada para terminar anotando sobre la bocina, acciones que cansan el doble para el que tiene que defender.

A eso se sumaron las pérdidas de balón, algunas incluso en saques laterales, los errores de lanzamiento, de lejos y de cerca. Un equipo que no encuentra la manera de atacar ni de defender frente a otro al que le sale todo, que va imponiendo su juego, que se va acomodando hasta adueñarse del partido. Las inercias. No se rindió el CAI, no bajó los brazos, buscó la remontada a base de triples, pero era un imposible. Al final, con el pabellón ya medio vacío, el equipo aragonés peleó por conservar el average, recibiendo algunos silbidos por el último tiempo muerto, pero ni eso fue posible. El Unicaja ya estaba muy lejos, en el partido y en la clasificación. El CAI sigue en el mismo sitio mientras todos los demás avanzan. Quedan seis partidos de Liga, cuatro de ellos lejos de Zaragoza, y el equipo tiene tiempo de sobra de certificar el playoff. Pero hay que empezar a moverse.