José Luis Abós falleció ayer a los 53 años de edad después de casi tres meses de lucha con- tra un cáncer implacable. El deceso del técnico del CAI Zaragoza en las últimas cinco temporadas se produjo a primera hora de la noche en el hospital donde había pasado sus últimos días tras un empeoramiento de la en fermedad, provocando una enorme tristeza y consternación en todos los estamentos de un club que, más que una entidad deportiva, es una familia. «Esta noche se ha marchado parte de la historia más brillante de nuestro equipo, dejando un hueco irremplazable en nuestro recuerdo y en nuestro club», señaló el CAI en un comunicado. A lo largo del día de hoy se conocerán más detalles sobre el funeral.

La actualidad deportiva del equipo, que hoy debía viajar a Estrasburgo para jugar mañana la segunda jornada de la Eurocup, queda en el aire a la espera de que el club tome una decisión también en el día de hoy. Con la misma humildad, lealtad a su club y discreción que definieron siempre su recorrido vi tal, fue el propio José Luis Abós quien anunció el 4 de agosto que se veía obligado a apartarse del banquillo del CAI Zaragoza por enfermedad. Un cáncer de estómago que le había sido detectado a principios de julio, cuando el técnico estaba preparando ya la que iba a ser su sexta temporada en el banquillo aragonés y que le ha ido minando con una ferocidad cruel pese a emplearse contra ella con la misma tenacidad, el mismo esfuerzo, la misma determinación que aplicaba a la pasión que se había convertido en su profesión, ser entrenador de baloncesto. Un mes después del anuncio, el 6 de septiembre, José Luis Abós realizó su última aparición pública. Fue al pabellón de Cuarte a ver a su equipo, al CAI Zaragoza que se había seguido construyendo bajo su atenta mirada, al amparo de sus consejos, para saludar a sus jugadores y llevarse el cariño de la gente. El cáncer ya le había causado mella pero, visiblemente más delgado, su espíritu combativo le hacía seguir planteándose nuevas metas y, sobre todo, no le impidió seguir disfrutando del baloncesto.

HOMENAJES /

Su intención era regresar al Príncipe Felipe, poder estar al menos en el partido de presentación del CAI ante el Real Madrid. Ese día el pabellón que tanto había disfrutado con su equipo le dedicó una ovación de todo corazón, puesto en pie, con un cariño reservado solo a los más grandes que Abós tuvo que seguir por televisión. «Lo que he visto esta noche el en pabellón me ha emocionado y desde luego será inolvidable para mí. Os lo agradezco desde el corazón, gracias!», escribió en su twitter aquella noche. Fue su último mensaje. Tampoco pudo estar el 5 de octubre en el Ayuntamiento de Zaragoza para recibir de manos del alcalde, Juan Alberto Belloch, el reconocimiento como zaragozano ejemplar. Fueron sus hijos, Javier y Paloma, quienes recogieron un galardón que distingue a quienes son «verdaderos modelos a seguir, ejemplos de lucha, de compromiso», en palabras del propio Belloch, y que suponía un reconocimiento más a un hombre que consiguió triunfar en su tierra a base de tesón y constancia. «Siempre he presumido de mi ciudad y me he sentido orgulloso de decir que soy hijo y vecino del lugar donde nací», respondió Abós por carta. En la primera victoria de su amigo y sucesor, Joaquín Ruiz Lorente, no faltó la dedicatoria para él. José Luis Abós continuó peleando hasta el último suspiro, hasta que no pudo más, hasta ayer, a los 53 años. Se marchó el mejor técnico del CAI y una persona irreemplazable. Hasta siempre, José Luis.