¿Traje o chándal? La americana, la corbata y los zapatos de diseño ganan la batalla del banquillo. Los entrenadores de la Liga de las Estrellas han evolucionado y, siguiendo la línea impuesta por la ACB en el baloncesto, han abandonado el viejo chandal y la clásica gorra de Iñaki Sáez para apostar por la elegancia del traje pese a que la Liga de Fútbol Profesional no ha emitido ninguna circular que les obligue a llevarlo. Es cuestión de imagen. De credibilidad.

Sólo unos pocos, como Amorrortu, en la Real Sociedad, se mantienen fieles al chandal. "Lejos de Anoeta utilizo el traje oficial del equipo, pero en casa prefiero ir en chandal. Creo que me involucra más ante el público con los futbolistas. Quiero ser uno más de ellos", dice. Lotina, del Espanyol, abandonó el chandal hace cuatro años, aunque hay partidos, como el de ayer en Valencia, en el que lo vuelve a lucir sin complejos.

El traje ha ganado la partida. "Hay que tener en cuenta que representas a un club y a una ciudad y, lógicamente, debes vestirte con corrección. A mí no me gusta el chandal ni para entrenar", explica Víctor Muñoz, del Zaragoza.

El cambio de los banquillos no ha pasado desapercibido en el mundo de la moda. Al contrario. "Me parece muy bien que vayan con traje", asegura Antonio Miró. Para Lluís Juste de Nin, de Armand Basi, el traje refuerza el papel de mánager de los entrenadores. Les diferencia del jugador. Sólo les pide una cosa: que se atrevan a experimentar con tejidos más elásticos para que, a veces, no se les vea tan incómodos cuando se levantan del banquillo para dar instrucciones desde la banda a sus jugadores.

Y es que para algunos la corbata no deja de ser una tortura. "Podrían prescindir de ella porque la mayoría se la aflojan y empiezan a desabrocharse el último botón de la camisa cuando el partido se complica", afirma el diseñador Juste de Nin.

Las clásicas supersticiones

Uno de los que suele apostar por la comodidad es Serra Ferrer. "No siempre llevo traje y corbata, depende del día", dice antes de desvelar una particularidad que acompaña a los entrenadores: la superstición. "No tengo ninguna norma especial, pero la ropa con la que gano un partido no me la cambio hasta que pierdo otro", asegura Joaquín Caparrós, entrenador del Sevilla.

Pero si hay un técnico supersticioso y caótico en el vestir es Irureta pese al contrato firmado por el Deportivo con la firma Caramelo, que ha diseñado un terno gris con corbata marrón a juego con los zapatos. "¿Cómo es eso que hay ahora? Metro, metro... metrosexual, sí. Pues no llego a tanto, pero algo más ya me va interesando la moda", afirma. Irureta es el único entrenador capaz de soportar 40 grados al sol en el estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla pertrechado con su chubasquero de la suerte. Otros técnicos no necesitan fetiches. Mariano García Remón luce los prestigiosos trajes suizos Strellson con los que viste la plantilla del Real Madrid, y Frank Rijkaard apuesta por el traje oficial Grisby del FC Barcelona.