El aeropuerto de Lleida está en Alguaire. A las afueras, en mitad del campo. Es de estas instalaciones que reciben algún avión de vez en cuando. Más bien pocos. La torre de control es bonita. Se ve esbelta y negra desde esa autovía de 20 kilómetros que espera el Valle de Arán y no llega. Allí, tirando para la Ribagorza, en un pabellón con las puertas de emergencia abiertas como aire acondicionado, el Tecnyconta jugó su penúltimo amistoso de preparación ante el Morabanc Andorra. Un partido de pretemporada en una pista de pretemporada cerca de un aeropuerto. Metáfora para pensar en despegues a nueve días del debut en la Liga Endesa en Vitoria y a tres de la presentación en casa ante el Alba Berlín.

Las ausencias de Bo McCalebb, Fran Vázquez y Renaldas Seibutis y la convocatoria de Jaime Pradilla y Raúl Lobaco ponía en manos de Porfirio Fisac, utilizando sus palabras de esta semana, una selección de su equipo ACB con un poco de EBA. Los andorranos, por contra, desplegaban todo su poderío, que no es poco, o, al menos, por presupuesto anima a pensar en Copa y playoff.

Diseñando el partido desde las bajas, la definición de cargas físicas y tiempos de rotación, Porfirio Fisac fue haciendo pruebas, alternando a sus jugadores en distintos roles y combinando quintetos. Pretemporada. En esta dinámica sigue refrescando ver jugar tantos y tan buenos minutos a Carlos Alocén, deleitarse con que Pradilla le anote un gancho a Diagne o las piernas en defensa de Lobaco.

En esta dinámica, Andorra atesoró mediado el segundo cuarto una renta de quince puntos tras dos triples de Walker (45-30) y una buena intensidad defensiva. Como entonces el partido no se rompió, ya no lo haría nunca. El Tecnyconta resistió la lucha gracias a un pequeña reacción para irse 45-37 al descanso y tras este, con un quinteto de pequeñitos (Alocen, Berhanemeskel, Barreiro, Martín y Radovic) mantenerse en la liza. Desplegó los mejores instantes de juego de su partido. Siendo agresivos contra el bote, forzando robos y volando se elevó la figura de Radovic para mantener vivo el partido. Quizá esa es la huella de este león.

Siguieron las rotaciones. Martí, Santana, Okoye, Lobaco, Justiz, Pradilla... Distintas variantes que quizá se vean poco en el Buesa. Sí se siguieron percibiendo algunos síntomas de este equipo: le falta amenaza exterior, tiene fases de muy buena defensa, aunque con tendencia a encerrarse en la zona, rebotea mejor y puede correr. Y otras que se perciben a pie de pista: Nacho Martín manda y habla en cancha y Carlos Alocén pinta bien como segundo base.

La distancia final en el marcador se entiende desde esas pruebas, un momento de inspiración del Morabanc, con un alley oop a una mano de Diagne, y una desconexión física para acabar tan típica de la pretemporada pero que cortó Berhanemeskel con dos triples. En esa pista cerca de ese aeropuerto donde la organización repartió una caja de higos a ambos equipos se acabaron las probatinas. El domingo no las habrá. Será otra cosa.