Subcampeonato, octavos de final, cuartos, fase de grupos, cuartos y cuartos. Ese ha sido el trayecto de Argentina en el Mundial desde que fue campeona en 1986. Un recorrido corto para las expectativas de un país que había abrochado, desde 1978, dos títulos en 8 años. Bilardo, Basile, Passarella, Bielsa, Pékerman y Maradona han sido los seleccionadores. Un técnico por torneo, se han visto engullidos por la exigencia, la frustración y, también, por los malos resultados. Hoy, en cuartos ante Bélgica (18.00 h) toca luchar contra esa historia.

La presión que han acusado los internacionales brasileños no difiere sustancialmente de la que rodea a los albicelestes. Argentina conjuga más la ilusión de proclamarse campeón, en Brasil y ante los canarinhos para emular la gesta, vista con envidia, que protagonizó Uruguay, ese pequeño vecino que, aun siendo menor (3 millones de habitantes contra 40), tiene dos títulos mundiales y el maracanazo del que enorgullecerse.

"Cuesta imaginar una final Brasil-Argentina porque los dos están jugando mal. Decirlo es querer demasiado a la bandera, es mentirnos a nosotros mismos", dijo Diego Maradona. Su pesimismo no es una excepción. Muchos allegados y analistas al cuadro de Alejandro Sabella se fían poco del futuro del equipo por la falta de acompañamientos que sufre Messi. "Si no ataca Messi no te levantas de la silla", insistió Maradona.

No era muy entusiasmante tampoco la postura de Sabella ayer. Reclamó el técnico que el análisis sobre el éxito o el fracaso de su gestión "se define por el tiempo, no por el resultado". Muy a la defensiva, recordó: "Hace 4 años criticaban a Messi porque no jugaba y ahora critican la messidependencia. Los argentinos pensamos que somos más de lo que somos", reflexionó Sabella, alertando del nivel adquirido por Bélgica.