A Irureta le encanta hablar de fútbol con metáforas de ciclismo. Utilizando una de ellas, se podría decir que su equipo, el Deportivo, está haciendo la goma , ya que ha perdido terreno en la Liga con los otros dos escapados en cabeza, Valencia y Real Madrid, y, por si fuera poco, cayó eliminado en la Copa por el Atlético. No corren, desde luego, buenos tiempos para Jabo, un entrenador que ha hecho historia en Riazor, pero al que se le está acabando el ciclo en el conjunto coruñés, como lo demuestra la pitada que tuvo que soportar en el partido del jueves pasado.

Tras seis temporadas de convivencia y con una Liga, una Copa y dos Supercopas como exitoso palmarés, la grada ya parece cansada del técnico vasco, al que además le crecen los conflictos en el vestuario. No es sólo Tristán y esa relación de amor-odio entre ambos que ante el Atlético vivió el enésimo desencuentro, también Víctor, Pandiani, Amavisca, Jaime, Luque, Romero... Todos han tenido algún roce, más o menos público, con el entrenador en lo que va de curso. Demasiados problemas, sin duda.

El caso es que el equipo gallego, que empezó la temporada con los fichajes de Munitis y los guardametas Munúa y Songo´o, además de la repesca de Pandiani y Djalminha --el díscolo brasileño que propinó un cabezazo a Jabo hace dos temporadas--, se ha ido desinflando con el paso de las jornadas. Arrancó muy fuerte, con siete victorias en los ocho primeros partidos de Liga --incluida la lograda en La Romareda-- y un merecido liderato. Pandiani hacía olvidar a Makaay, la magia de Valerón estaba en plena efervescencia y el bloque mantenía la solidez de anteriores cursos. Es decir, que la máquina funcionaba a la perfección.

La goleada en Mónaco en Champions (8-3) hizo muchísimo daño, aunque al final el Deportivo se metió en los octavos de la máxima competición continental, mientras que en Liga comenzó una desesperante sequía de fútbol y de goles --en seis jornadas sólo anotaron tres tantos y todos llegaron de autogoles de los rivales, para lograr seis puntos de 18 posibles--. A Pandiani se le apagó la luz, Tristán no tomó el testigo y Valerón se quedó sin chispa, pero el Deportivo se mantenía arriba en la tabla gracias a los puntos recolectados en el inicio de Liga.

Dos apurados triunfos en casa, ante Málaga y Espanyol, y la goleada en el derbi gallego ante un patético Celta (0-5) escondieron la crisis de juego que ya se ha desatado en los últimos días. La eliminación en Copa, con dos empates frente al Atlético, y la igualada liguera en Riazor frente al Racing dejan abierta la herida que Irureta sabe que debe taparse cuanto antes porque la grada le va a pasar muy pocas.

El Depor sigue vivo en la Liga --es tercero a siete puntos del Valencia-- y tiene la Champions, que no se reanuda hasta el 25 de febrero y con la Juve como enemigo, pero debe recuperar lo más pronto posible el nivel que le ha llevado a convertirse en un grande --junto con el Madrid, es el único equipo español que ha estado presente en el máximo torneo continental en los últimos cuatro años--. Si no, terminará por quedarse descolgado con respecto a la cabeza de la carrera.