Que suene el pitido de inicio en un partido y que no haya movimiento en el césped transmite la misma tristeza que mirar a las gradas y verlas vacías. Desde los vestuarios, como afirma el entrenador del Atlético de Monzón, Cristian Abad, el fútbol de Tercera División sin público se aprecia «como un sinsentido». Todo esto también tiene consecuencias a nivel económico en los clubs. Como signo de protesta ante un problema sin resolver, los equipos de la categoría se mantuvieron inmóviles el domingo durante el primer minuto de sus partidos. Porque los encuentros a puerta cerrada conllevan que las cuentas sean difíciles de cuadrar desde los despachos.

Por ello, la mayoría de los equipos tomaron parte en la reivindicación para alertar del riesgo financiero. Lo hizo incluso el Fraga, al que le tocaba jugar contra el San Juan (descendido de categoría) pero se solidarizó en las redes manifestando su apoyo a la iniciativa porque, como explica su presidente José Miguel Martínez, ven «una contradicción». No entienden «que un espacio cerrado, como un cine, pueda llenarse al 25 por ciento de su capacidad y en un campo de fútbol ni siquiera se permita un aforo limitado». Precisamente para poder acoger a su afición, añade Martínez, algunos equipos «han hecho obras para poder cumplir unas posibles restricciones de asistencia».

En este sentido se pronuncia también la Federación Aragonesa de Fútbol. El organismo se reunió la semana pasada con el departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, que parece entender la situación y apoyar también el público en los estadios de Tercera. Los desacuerdos llegaron con el departamento de Sanidad. Manuel Torralba, responsable de los servicios jurídicos de la aragonesa, recuerda que en la reunión Sanidad expresó «que mantienen la preocupación por los contagios y los ingresos en la UCI y que por esto no se contemplaba la vuelta del público», sobre todo, recuerda, porque «porque piensan que favorece la movilidad».

Así, Torralba y el resto de responsables de la Federación aclaran que «es normal pensar esto si no se conoce la competición, pero al hablar de público se hace referencia a la afición local, que es la que va a ver los partidos porque los pueblos no tienen teatro, cine ni otros lugares de ocio». E incluso bromeó al decir que «quizá se imaginan que es como abrir La Romareda». Una discrepancia en el entendimiento de este deporte que también perciben los directivos.

Pedro Sancho, presidente del Illueca, asegura que su club se ha comprometido «a que la afición local no se desplace a ningún otro estadio», pero también recuerda que el final del confinamiento perimetral de las ciudades implicará que «la semana que viene acudan cientos de personas a Illueca a comprar zapatos», pero seguirá sin haber público en el Papa Luna.

Con esta situación, los equipos no quieren parar de competir, sino que buscan el apoyo de Sanidad porque están «preocupados, el desfase económico va en aumento y va a llegar a un punto en el que va a ser imposible de corregir», denuncia José Luis Bandrés, presidente del Sabiñánigo. La pesadilla sería todavía peor, ratifica, si «no se puede pagar a los jugadores y la Asociación de Futbolistas Españoles no lo entendiese, pues llegarían denuncias». Bandrés espera que «si se da el caso de que no hay ingresos y no se puede pagar el cien por cien de los contratos por lo menos se llegue a un acuerdo y no haya trabas». Cristian Abad, como entrenador del Monzón y desde dentro de la plantilla, siente que «los clubs no quieren llegar a ese punto, pero de ahora en adelante va a ser bastante difícil».

Desde el Illueca prevén que esta situación es sostenible durante el próximo mes, pero que «a pesar de que los clubs reciben una subvención generosa por parte de la Federación Española de Fútbol no se podría terminar la Liga en estas condiciones». Solo en el partido de este domingo, el Illueca tuvo que gastar 560 euros. Por contra, no tuvo ingresos. «Lo que nos aporta económicamente son los socios, las entradas, la rifa del jamón... Sin público no hay nada de eso», reitera Pedro Sancho.

Antes de comenzar la temporada, en este campo se invirtieron unos dos mil euros para separar asientos, señalizar las medidas y otras actuaciones para garantizar la seguridad sanitaria de unos aficionados que no han llegado. Por todo ello, advierte Torralba desde la Federación, «los movimientos de protesta han empezado y van a ir a más». «Por nosotros volvería el público la semana que viene, nunca se debió prohibir, pero Sanidad no entiende la realidad de los campos de Tercera», concluye.