Roland Garros. 15.00 horas. La hora de la verdad. El partido más esperado de todo el año por Rafael Nadal. El último escalón para subir y tocar 12 campanadas desde la Philippe Chatrier, la catedral del campeón. La oportunidad de aumentar un estratosférico récord nunca conseguido en la centenaria historia del tenis masculino. Llevarse a su museo de Manacor la 12ª Copa de los Mosqueteros.

Después de dos días, tras cuatro horas y 13 minutos de intensa batalla, cinco furibundos sets a cara o cruz (6-2, 3-6, 7-5, 5-7, 7-5), con interrupciones, viento y lluvia, Novak Djokovic cedió a Thiem el derecho a enfrentarse a Nadal para jugar su segunda final consecutiva en Roland Garros e impedir que el mallorquín bata su récord.

A sus 25 años, Thiem es el único jugador que ha ganado a Nadal cuatro veces sobre tierra, la última en las semifinales de Barcelona de este año. «Con Djokovic y Rafa es el mejor jugador del momento. Un especialista de tierra. Un tenista muy fuerte físicamente, con un peso de bola increíble que te tira para atrás. Espero que contra Rafa no lo consiga», valoraba Carlos Moyá antes de conocer que Thiem iba a ser el rival en la final.

El análisis que hacía el campeón de Roland Garros en 1998 quedó patente en el partido contra Djokovic. Una auténtica tortura que comenzó el viernes y acabó ayer. Una auténtica montaña rusa del primero al último punto, con interrupciones, lluvia, viento pero en el que siempre estuvo por delante en el marcador Thiem. «Ha sido el partido que he jugado en mi vida en condiciones más adversas», aseguraba Djokovic.

«CARGADO DE ADRENALINA»

El serbio luchó contra esas adversidades y ante una auténtica roca, pero al final solo pudo felicitar a su rival. «Ha estado formidable. Muy fuerte y valiente. Ha sabido aguantar la presión en los momentos importantes, le deseo lo mejor para la final», dijo tras su derrota que le impedirá conseguir por segunda vez el Grand Slam a caballo de dos campañas.

Hoy el gran reto será el de Nadal. «Está bien preparado para afrontarlo. Ha ganado 11 veces aquí», decía Moyá tras el entrenamiento de ayer con Nadal. El recuerdo de la derrota de Barcelona ante Thiem no preocupa al técnico mallorquín. En Roland Garros Nadal nunca ha cedido un set ante el austriaco en los tres partidos anteriores, que fueron en el 2014 (6-2, 6-2, 6-3), en las semifinales del 2017 (6-3, 6-4, 6-0) y en la final del año pasado (6-4, 6-3, 6-2).

Thiem llega a la final «cargado de adrenalina», dijo. De todos modos, el cansancio acumulado en cuatro días seguidos jugando no van a ayudarle demasiado. «El desafío es máximo, uno de los más grandes que puedean darse y tengo una oportunidad increíble para ganarle. Para mí es un gran sueño ganar Roland Garros y voy a darlo todo para conseguirlo», argumentaba Thiem. «Está fuerte y preparado para grandes cosas. Tiene talento y, a sus 25 años, experiencia para pelear por la cima del tenis. Hoy ha ganado al número 1 y mañana, qué mejor que hacerlo contra el mejor . Está preparado para el desafío», decía Nicolás Massú, el extenista de 39 años, capitán de Copa Davis de Chile y medalla de oro en Atenas 2004 que, desde solo hace tres meses, trabaja con Thiem.