«Lo más importante es el talento. Todo gira alrededor de la pelota». Palabra de Víctor Fernández. La frase, pronunciada por el técnico aragonés nada más ser presentado como técnico del Real Zaragoza, ejerce de carta de presentación, de muestra de ADN o de declaración de intenciones. El juego por encima del dibujo y el jugador por encima del sistema. Ni rastro queda ya, por supuesto, de los tres centrales con los que murió Alcaraz, pero tampoco hay noticias del famoso rombo, esa disposición táctica aupada a filosofía de club y sobre la que se construyó la actual plantilla.

Ese rombo pensado para dotar de identidad a la entidad queda ahora relegado al olvido. Así lo entendió Víctor, que incidió en su puesta de largo en relativizar la relevancia de los dibujos. «¿Qué sistema voy a utilizar? El que nos lleve a ganar. Mi concepto y estilo de juego es el mismo de siempre, Quiero el que emocione a la gente. Es un error intentar reparar los dibujos, no hay fórmulas mágicas, rombos, cuadrados… se modifican continuamente. Debemos recuperar la identidad», aseveró.

Y así lo ha hecho. Su Zaragoza es el más reconocible. El de casi siempre. Un equipo que juega en vertical y en el que el pragmatismo lo impone el balón. Por eso, la elección de los sistemas no tiene tanta trascendencia. Son volátiles y volubles. En función de los propios futbolistas, del rival y del reloj. Nada de dogmas. Manda el esférico.

En los ocho encuentros dirigidos por el técnico aragonés, el Zaragoza ha formado con al menos cuatro dibujos tácticos distintos, pero el rombo, un sistema muy utilizado por Víctor a lo largo de su carrera profesional, no figura entre ellos. El último en incorporarse ha sido el 4-4-2, con el que el Zaragoza recibió al Albacete el pasado sábado. Pero nada de rombos, sino en línea. Eguaras y James en los ejes de la medular, Soro a la derecha y Aguirre en la izquierda, con Pombo y Álvaro arriba. El sistema fue mutando durante el encuentro con la salida al campo de Ros y de Linares a un 4-2-3-1 y un posterior 4-3-3.

ESQUEMAS VARIABLES

Precisamente, estas dos últimas disposiciones tácticas han sido habituales desde que Víctor tomó el mando. El 4-2-3-1 presidió la puesta en escena del zaragozano en La Romareda ante el Extremadura. Ausente Eguaras, Ros y James formaron pareja en la medular, con Guti a la derecha, Álvaro en la izquierda, Pombo como mediapunta y Gual de referencia.

Pero las posteriores jornadas mostraron un Zaragoza diverso con diferentes elecciones tácticas. En Gijón, la victoria se cimentó sobre un 4-1-4-1 en el que Eguaras ejerció de faro en el centro del campo con James y Ros por delante, Pombo tirado a la izquierda y Guti a la derecha. Gual seguía arriba.

Pero ningún esquema permaneció inamovible. Tampoco el 4-2-3-1 rescatado de inicio ante el Málaga, en la única derrota hasta ahora con Víctor, o el 4-3-3 o 4-3-2-1 que Víctor puso de moda en la mejor etapa de la historia moderna del Real Zaragoza y que, por ejemplo, fue el elegido en la final de la Recopa en París. Ese dibujo, utilizado en Majadahonda, con una medular formada por Zapater, Eguaras y James, con Pombo y Soro acompañando a Gual.

El 4-1-4-1 volvió a escena en La Romareda ante el Oviedo, con la novedad de Papu en la derecha aunque en Las Palmas asomó ya el 4-4-2 variable a 4-2-3-1, con Zapater junto a Eguaras y James y Soro en las alas, fórmula repetida en Lugo. Del rombo, ni rastro.