Todas las carreras se pueden ver desde el casco de sus protagonistas. Incluso desde el muro de los equipos. Y hasta desde las mentes de los ingenieros que inventan estos cohetes voladores a ras de suelo. Pueden verse desde la cabeza de la parrilla hasta la cola del pelotón. Desde los que aspiran a ganar (o a subirse al podio) hasta los que sueñan, solo, con acabar. Y, por supuesto, desde el tormentoso mundo de aquellos que matarían por puntuar (15 primeros), pues eso ya es pura gloria.

MotoGP es uno de los grandes espectáculos del mundo del deporte, pues alcanza a 300 millones de potenciales telespectadores, que pretenden ver volar bajito a chicos fabricados con el material con el que se hacen los sueños. Y, cuando las cosas pasan a la velocidad de la luz, es importante añadir algunos datos antes de ver apagarse el semáforo rojo, de varias luces, del circuito de Motorland, en Alcañiz, Aragón.

Por ejemplo, faltan solo seis carreras, 150 puntos y el líder, Marc Márquez (Honda) suma 221 puntos, es decir, 67 más que Andrea Dovizioso (Ducati), 70 más que Valentino Rossi (Yamaha) y 91 más que Jorge Lorenzo (Ducati). Márquez, que le duele en el alma haber perdido por rebelde, aguerrido y atrevido el título del 2015 y, por tanto, haber renunciado al cinco de cinco (del 2013 al 2017), sabe que 67 puntos son más, mucho más, que dos victorias (50) y, por tanto, lo que busca es la fiesta nacional de Cervera, su rúa, hacer llorar a su gente, seguir sumando. De felicidad.

Por eso Márquez, que ayer fue tercero en otro día de gloria de Ducati, que llevaba diez años (2008, Casey Stoner, de Barcelona a Misano) sin conseguir tres poles consecutiva, ha decidido que si las balas rojas se han despertado tarde, que mala suerte la suya. Pero él seguirá a lo suyo, dado que, alejados los tres magníficos de este año, los demás no cuentan para el podio. Y, asegurándose el cajón, Márquez se coronará, de nuevo, rey en semanas, muuuuucho antes de que concluya el calendario mundialista. Si no es en Tailandia (muy difícil), será en Motegi (Japón, un buen sitio, la casa de Honda), o en Phillip Island (Australia, lugar que adora) o Sepang (Malasia).

Por eso, visto que Suzuki (Andrea Iannone y Alex Rins) aún está verde, que KTM vive en la nebulosa de no tener pilotos, que Yamaha (Valentino Rossi y Maverick Viñales) vive la peor crisis de las últimas décadas (22 grandes premios sin ganar ¡lo nunca visto!), Márquez ha decidido aceptar el pulso que le propone Ducati y pelearse con Lorenzo y Dovi, que corren sabiendo que su Demosedici es mucho mejor que la RC213V de la firma alada, pero que el tetracampeón vale por toda la fábrica Honda.

Así será la carrera de hoy, en Aragón (14.00 horas, Movistar MotoGP TV), un pulso entre Ducati y Marc, entre Lorenzo-Dovizioso y Márquez, donde a Honda solo le quedará mirar y esperar, de nuevo, que su tetracampeón obre el milagro de mantenerle al frente del Mundial.